AUTOR: José Saramago
EDITORIAL: Punto de lectura
PUBLICACIÓN: 2001
El Evangelio según Jesucristo es una novela en la que el autor da una versión de cómo podría haber sido la vida de Jesús, desde el anuncio de su concepción hasta el momento de ser crucificado.
Intenta llenar, al menos en
parte, las interrogantes que puedan haber surgido sobre esa parte de su vida para
todos desconocida.
Puede que a determinados lectores
incomode la versión que da Saramago. Sobre todo, en las adaptaciones que hace
de los pasajes que están escritos en el Antiguo Testamento. No la veo como una
provocación, como he leído en otras opiniones, pero todo depende de cómo lo
interprete cada lector.
Esta vida inventada no es
pretensión de nada. Hay que tomar la novela como una invención del autor y
plantearnos, de forma aventurada, dicha vida basada en lo ya escrito. No se
trata de juzgar lo que narra, sino de lo que nos pueda suscitar a cada uno de
nosotros.
Se recrea, sobre todo, en esa
juventud de Jesús que desconocemos, en la búsqueda de sí mismo, en descubrir de
quién es hijo realmente y cuál es su cometido. Dicho encuentro entre Padre e
Hijo es reseñable y ocurre ya avanzada la novela. El Diablo estará presente
como mero observador; al final hará una intervención interesante.
De esta escena, también he de
decir que me pareció un poco cómica por la forma en que construye los diálogos
entre ellos.
Se lee entre muchas comas y pocos
puntos, al estilo Saramago; no se lee mal, pero me gusta mencionarlo. Lo
importante es el contenido de lo que se dice, que bien podría titularse «El
Evangelio según Saramago», al fin y al cabo, nos da su versión documentada,
claro está.
Me ha llamado la atención el «trato
especial» que da Jesús a María de Magdala con respecto a las demás mujeres,
incluida su madre, María. La relación de pareja que el autor plantea puede
chocar.
Hay un final para José, de quien
no sabemos cómo transcurrieron sus días desde que él y María fueron a buscar a
Jesús al Templo.
El Diablo está presente en la novela, en diferentes etapas de la vida de Jesús. No aparece como tal, sino que adopta identidades diferentes. Lo reconoceremos con facilidad por su forma de actuar.
Resaltar que el Padre que se
expresa en el del Antiguo Testamento, difiere del que aparece en el Nuevo
Testamento. Saramago lo señala de forma clara. Conociendo las dos versiones, el
Señor del Antiguo Testamento es Omnipotente y el Señor del Nuevo Testamento es
Misericordioso. Esto ha sido una mera observación ya que la novela solo
comprende el Antiguo Testamento.
Hay un final curioso, llamativo e
interesante que da al lector la oportunidad de reflexionar y llegar a
conclusiones diferentes.
Saramago se atreve con un tema
que suele crear discordia entre quienes lo debaten. A veces pienso que debido
al desconocimiento hacia lo que está escrito e investigado provoca estas
situaciones.
Por eso, quiero terminar esta
reseña con preguntas que me han surgido durante la lectura:
—¿Por qué esa diferencia en la
personalidad el Señor del Antiguo y Nuevo Testamento?
—El Diablo siempre ha sido el
personaje malo, ¿en realidad lo era?
—¿Tienen que existir ambos, Padre
y Diablo para que haya bien y mal?
En fin, estas son algunas de las
interrogantes que me han surgido, no para ser respondidas, más bien para dejar
constancia por si otros lectores también las han tenido.
CITAS:
..., el tiempo no es una cuerda
que se pueda medir nudo a nudo, el tiempo es una superficie oblicua y ondulante
que sólo la memoria es capaz de hacer que se mueva y aproxime.
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