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LA CLASE DE GRIEGO

AUTORA: Han Kang

EDITORIAL: Random House

PUBLICACIÓN: 2023


RESEÑA:

La clase de griego, de Han Kang, me ha parecido una bella historia y, al mismo tiempo, triste.

No es fácil interpretar el significado de esta obra pues, a veces, creía estar en la realidad y otras en el pasado. Todo ha sido un poco confuso, pero muy dulce y poético.

Hay dos personajes principales, una mujer que asiste a una clase de griego, y su profesor. En realidad, dos desconocidos que coinciden en un mismo espacio, la clase.

Conforme avanza la narración, me he ido sintiendo confundida porque todo se vuelve difuso. Sabemos de partida que son dos personas que se acaban de conocer, que su relación no va más allá de profesor-alumna, y en cambio hay pasajes que sugieren una relación entre ambos.

Hay un amor fraternal, una gran amistad y un gran amor que no es físico, sino que nace del dolor, de la pérdida y del silencio.

La clase de griego es el lazo para unir metafóricamente a dos seres que tienen algo en común. Con el ejercicio de la memoria y de los recuerdos iremos descubriendo que la autora no se interesa tanto por esa coincidencia física como por lo que ambos llevan dentro.

Cada uno habla desde una soledad distinta, marcada por la pérdida para ella y, en él, el cansancio vital y el intento de hallar sentido a través del lenguaje.

Ella y él son dos expresiones paralelas del dolor. De alguna manera que no he entendido bien están entrelazadas, como si telepáticamente en el momento de conocerse la desgracia de cada uno se hubiera reflejado en el otro y comparten esa herida común.

Nada que vaya más allá de la clase parece real, y sin embargo todo parece ocurrir fuera de esta.

En La clase de griego, Han Kang utiliza el aprendizaje de una lengua muerta en una forma de diálogo. A través de dos personajes que apenas se rozan en la realidad, nos habla de la necesidad de comprender el dolor y de cómo el silencio puede unir más que las palabras.


CITAS:

A veces me hago preguntas utilizando esas argumentaciones de la lógica griega que tanto te disgustaban. Si tomamos como cierta la premisa que dice que, cuando perdemos algo, ganamos otra cosa, ¿qué es lo que he ganado yo al perderte a ti? ¿Y qué es lo que ganaré cuando pierda la vista?

Después de que la estupidez destruyera aquel periodo de mi vida y se destruyera a sí misma, me di cuenta de que, aunque hubiéramos vivido juntos, yo no habría necesitado tu voz tras quedarme ciego, pues, al mismo tiempo que el mundo visible se alejase de mí como la bajamar, nuestro silencio se habría perfeccionado a la par.

Que cuando devolvamos al mundo material la vida, lo más frágil, blando y triste que poseemos, no recibiremos ninguna compensación. Que cuando llegue ese día, no podré recordar todas las experiencias que habré acumulado hasta entonces en términos de belleza.