EDITORIAL: Siruela
PUBLICACIÓN: 20/03/2024
Se ha escrito tanto sobre la
Guerra Civil española que parece un conflicto nunca resuelto. Todo transcurre
en un realismo mágico que el autor construye alternando hechos reales personales y la ficción, todo integrado en un rigor histórico más literario y evitar que se
convierta en crónica.
En La península de las
casas vacías, el autor ha elegido para su novela algo más personal, y
carga el peso de la guerra sobre los habitantes del pueblo de Jándula, nombre
ficticio de Quesada. Al principio, el conflicto llega como un rumor, mientras
las desgracias del pueblo siguen su propio curso.
Sin embargo, poco a poco la
guerra irrumpe en el pueblo, y rompe esa distancia aparente en el momento en
que mueren los primeros habitantes, recordando que nadie está a salvo.
El autor muestra al lector que la
tragedia bélica y la tragedia cotidiana acaban cruzándose hasta que ambas se
confunden en un mismo tiempo.
Llegué a pensar que el desarrollo
de la novela mantenía cierta distancia emocional, que no transmitía grandes
sentimientos capaces de encoger el corazón.
Pero esta forma de narrar, viviendo
la desgracia con los jandulenses, el lector puede percibir el dolor, la rabia,
el enfrentamiento, el odio, la venganza, mientras se desangran unos a otros.
El autor se inspira a veces en la
memoria familiar, y otras en experiencias ficticias que bien podrían haber
ocurrido en cualquier aldea de entonces.
Uclés utiliza la metaliteratura, y
se da el lujo de aparecer en la novela, procedente del futuro, para codearse
con los protagonistas, algunos importantes. También se permite cambiar los
finales de otros, quizá con la intención de evitarse el mal real y hacerlo más
dulce.
De este libro, historia y novela,
he tenido en todo momento la sensación de que fue una guerra basada más en el
odio, en el orgullo que en ideología política, que también.
Hay imparcialidad en la novela, de
forma que todo lo ocurrido se convierte en una tragedia, en derrota y dolores
compartidos.
Hay muchas voces y destinos se entrecruzan dando una visión más panorámica de esta absurda guerra. Fueron
muchos momentos trágicos, individuales y colectivos que siguen presentes en la
memoria de todos.
Es una lectura que recomiendo por
dos motivos principales: por ser una historia que a todos nos suena con más
o menos intensidad, y porque está bien escrita.
Esta imagen tiene sentido en esta historia porque está relacionada con la toma de Madrid al final de la Guerra Civil española. Hay un momento en este libro en que el autor hace mención a este monumento situado en la Puerta del Sol, en Madrid.
CITAS:
—La guerra les había abierto una
herida que aquellos hermanos no conseguirían cerrar nunca, que supuraría hasta
que se apagara la memoria de los hombres.
—Pero Odisto, ante el gris de
aquellos días de desapariciones, consideró que el cielo, pese a todo, y de
existir, no sería para nada un mal lugar para su esposa.
—A la noche siguiente, los
cuerpos formaron una columna de humo blanco de más de cuarenta varas en el
cementerio. [...] Dicen que aquella primera madrugada de sangre y horror, la
patrona de la ciudad, la Virgen de la Soledad, giró su rostro hacia un lado para
intentar no presenciar la masacre.
—Cuántos soldados rasos habrá que
solo obedecen. O actúan así tras haberle llenado la cabeza de ponzoña. En esta
guerra hay más inocentes que culpables.
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