PUBLICACIÓN:
EDITORIAL:
Contraseña
El papel pintado amarillo es un relato corto, escrito en primera persona y con un lenguaje sencillo y directo. Es una lectura fugaz que expresa la queja silenciosa de una mujer sin nombre que, tras dar a luz, comienza a experimentar una depresión postparto que evoluciona hacia la locura.
Este deterioro mental se debe, en
gran parte, al tratamiento que recibe el nombre de «cura de
reposo»,
impuesta por su marido John, que también es médico. Para llevarla a cabo, él
decide instalarla en una finca en el campo. Sin embargo, lejos de ayudarla, el
aislamiento y la prohibición de toda actividad intelectual o creativa solo
consiguen agravar su estado y contribuyen a que pierda el contacto con la
realidad.
Un detalle que me ha llamado la
atención es que la protagonista no tenga nombre. Esta ausencia refuerza la idea
de lo poco importante que era para su marido y sirve como una crítica directa a
la situación de la mujer en la sociedad de la época.
Encerrada en una habitación que
no ha elegido, ella se obsesiona con El papel pintado amarillo
que cubre las paredes. El color, que describe como desagradable, enfermizo y
sofocante, le provoca una creciente angustia mental. La textura del papel le
sugiere la imagen de una figura atrapada detrás, lo que simboliza su propio
encierro físico y emocional.
Aunque el relato no indica que su
marido haya elegido ese papel con intención de dañarla, su negativa a cambiarla
de habitación, a pesar de sus súplicas, evidencia el control que ejerce sobre
ella y su falta de empatía.
Este relato está basado en la experiencia personal de su autora, Charlotte Perkins Gilman, escritora estadounidense que se enfrentó a las convenciones sociales de su tiempo. Escribió El papel pintado amarillo como una denuncia del tratamiento que ella misma recibió tras sufrir una depresión posparto.
Como conclusión, El papel
pintado amarillo refleja los
efectos destructivos que pueden causar el aislamiento, y creo que es la peor de
las soluciones cuando se trata de una enfermedad mental.
CITAS:
—En mi
vida he visto un papel más feo. […] ¡No es de extrañar que los niños lo
odiaran! Yo misma lo odiaría si tuviera que vivir en esta habitación mucho
tiempo.
—Vive una
vida tan hogareña como te sea posible, realiza no más de dos horas de actividad
intelectual al día y no toques nunca más una pluma, un pincel o un lapicero.