AUTOR:
Francisco López Serrano
EDITORIAL:
Versátil
PUBLICACIÓN:
2022
Todas
las pistas que un autor da de sí mismo en su obra suelen ser falsas; sin
embargo, es a través de esas pistas falsas como mejor se le identifica.
Con esta frase comienza
La piel muda, a la que recomiendo
prestar atención y a la página siguiente, también. En este comienzo se resume
muy bien lo que el narrador quiere expresar, pero no es hasta final donde se
comprende.
El Narrador, del que no
se conoce su nombre, está en el hospital, en un estado consciente pero atrapado
en su cuerpo inerte; ha sufrido un infarto cerebral.
Es imposible imaginar
cómo moriremos algún día y puestos a elegir, desearíamos que fuera una muerte
dulce y sin dolor.
Pues bien, el
protagonista de esta historia tiene una opinión de cómo él siempre había
imaginado que podría morir. Es evidente que no podemos elegir ese estado final
de nuestros días, sin embargo, el Narrador en cuestión afirma haber imaginado
muchas veces como se representaría el día en que tuviera que morir; lo que no
había imaginado nunca es que se encontrara más solo que la una. Al final se
entiende por qué.
Tuve la oportunidad de
conocer personalmente al autor, que por supuesto me dedicó el libro. En la
dedicatoria me decía así: Para Belén con el deseo de que esta novela le
conmueva o, al menos le conmocione.
Francisco López Serrano
sabía muy bien lo que me escribía. Así, terminado el libro, puedo decir que he
tenido muchas sensaciones, pero no me he sentido conmovida por la situación en
la que ha quedado el Narrador tras el infarto sufrido. El autor no da al lector
la oportunidad de sentir la más mínima pena por su personaje.
Es una persona escabrosa de pensamiento, palabra, obra y hasta de omisión, postrada en una cama de hospital, y como único medio para comunicarse, sus párpados. A partir de ahí comienza a buscarle un sentido a su vida.
En realidad lo turbulento es
su vida anterior.
En la situación que el
autor pone a su personaje, mezcla las ralladuras mentales que tiene el narrador
con su vida anterior, partiendo desde la infancia hasta el día fatídico. Una transición
bien conseguida.
Así se va dando a
conocer, para que el lector lo vaya juzgando, al mismo tiempo que saca
conclusiones acerca de comportamientos de los que no parece arrepentirse.
En una de esas
reflexiones, piensa que la justicia le ha dado la cara. Antes de ser galerista
fue abogado y nunca la había utilizado con nadie. Ahora, encerrado en su cuerpo,
piensa, no lo cree, que lo que le ha ocurrido es el precio a pagar por su
comportamiento anterior. Es como si las leyes del universo le hubieran devuelto
con injusticia la justicia que él no llevó a cabo.
Con esta trama el autor pretende hacer una crítica de la situación que atraviesa el arte, de cómo esta especialidad se ha ido alejando de la expresión artística, de la belleza, para convertirse en una profesión donde lo único que importa es el beneficio económico.
De esta forma, para
liberarse de su mala situación, decide convertirse en un objeto, de convertirse
en una obra de arte.
Y aquí termino. Es un
relato que recomiendo leer, aunque no garantizo que sea una lectura grata, pero
si inquietante.
CITAS:
-Todas las pistas que
un autor da de sí mismo en su obra suelen ser falsas, es a través de esas
pistas falsas como mejor se le identifica.
-Pero yo no es escribo
para un lector, ni siquiera para la posteridad. Escribo para la nada que ya me
conoce o, como dijo un poeta necrófilo, para la tumba, ese lugar íntimo y bello
donde nadie se abraza.
-La capacidad del ser
humano para insensibilizarse es prodigiosa. Toda sensación que se vuelve
crónica acaba convirtiéndose en una especie de rumor de fondo apenas
perceptible
-¿Que es ver sino dar
fe no de lo que se ve sino de aquel que ve y, viendo lo que ve, otra cosa no ve
sino a sí mismo?