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VACIAD LA TIERRA - Agustín Pérez Leal


EPIGRAMA CONTRA STALIN

Vivimos sin sentir el país a nuestros pies,

Nuestras palabras no se escuchan a diez pasos.

La más breve de las pláticas

Gravita, quejosa, al montañés del Kremlin.

Sus dedos gruesos como gusanos, grasientos,

Y sus palabras como pesados martillos, certeras.

Sus bigotes de cucaracha parecen reír

Y relumbran las cañas de sus botas.

Este que cito aquí es parte del último poema que escribió Ósip Mandelstam, causa de su detención, encarcelamiento, tortura y muerte. Un poema que no vio la luz, que no salió de los círculos literarios donde fue leído, pero alguien lo delató.

Vaciad la tierra es uno de esos libros que gusta leer por la belleza que el autor ha puesto en la prosa. Está basado en un hecho real, del que no hay constancia de lo que le ocurrió al personaje de esta historia.

Puede que os resulte familiar el nombre de Ósip Emílievich Mandelstam (1891-1938). Fue un poeta ruso, de origen judío-polaco que fue detenido y encarcelado dos veces durante el régimen de Stalin. A este se refiere en el poema como montañés del Kremlin.

Lo escribió en 1933, y en mayo de 1934 fue detenido por ello. En su detención intervino el propio Stalin, quien decidió condenarlo, y no ejecutarlo, durante tres años desterrado a los Urales gracias a la intervención de Boris Pasternak.

Durante este periodo hasta ser detenido, por segunda vez en mayo de 1938, él y su mujer malvivieron, aunque tuvieron tiempo de hacer copias de sus obras y esconderlas en sitios diferentes. Esta vez lo condenaron a cinco años de prisión en un campo de tránsito, y en diciembre del mismo año murió.

A modo de metáfora, este tramo final de la vida de Ósip, el autor lo divide en tres partes: Matadero, Despiece y Despojos. Una trilogía que cuenta el tortuoso proceso que llevó al poeta hasta la muerte.

En estas tres fases iremos viendo como el deterioro físico y mental se va apoderando de él, hasta morir. Cada vez con menos lucidez, pero sin llegar a perderla del todo, seguiremos el curso de una mente inteligente que por encima de todo quiso asegurarse de que sus poemas fueran leídos algún día. Se los sabía de memoria, pero eso no bastaba, y la única persona que podía llevar a cabo esta misión era su esposa Nadezhda; Ósip nunca supo que su mujer sobrevivió y pudo conservar sus obras.

Por eso, aunque su lucidez iba menguando, no dejó de obsesionarse con dejar constancia de su obra. De camino a Vladivostok escribía cartas a escondidas, pero fue descubierto. Ya en el campo de trabajo se encuentra con Iván, un niño que podía tener nueve años, o doce, ni él mismo lo sabía, de quien se ganará su confianza y del que se valdrá para que memorice su obra y así perdure.

Otro elemento destacable en la novela es Parnok, un personaje creado por Mandelstam. Aparece como narrador, en primera persona, al final de Matadero para convertirse en su ángel guardián y disuadirlo de sus malos pensamientos, entre ellos los intentos de suicidio.

Según avanzan los días y también el deterioro de Ósip, Parnok deja de ser el ángel guardián y se transforma en persona real, habla de tú a tú con Mandelstam y llegado el momento, morir con él.

Lo que más me ha gustado de este libro ha sido la prosa hábil  del autor, que podría ser poesía. El trabajo de investigación, testimonios ya escritos y conocer todo sobre Mandelstam habrá sido un trabajo arduo y al mismo tiempo interesante. Pero ser capaz de plasmar en papel un alma atormentada y hacernos sentir la realidad que el poeta sufrió en sus propias carnes me ha parecido magnífico.

Este libro me fue asignado gracias al concurso de Masa Crítica y la editorial Pre-Textos.

 

CITAS:

-No es cuestión de tener las manos limpias. Nadie las tiene.  Es cuestión de mirar y comprender. Querer bien lo que se quiere; pensar bien lo que se piensa; hacer bien lo que se hace; decir bien lo que se dice…

 

-El estupor es el estado común del hombre de la hora. Hoy en día, para estar con la época, o sovietizas sordo, ciego y mudo, o llega el estupor.