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CARTAS A THEO - Vincent van Gogh


Cartas a Theo es un libro en el que se han recopilado gran parte de las cartas que Vincent escribió a su hermano menor, Theo, a quién estaba muy unido y al mismo tiempo era correspondido. De forma desinteresada Theo siempre lo estuvo apoyando económicamente, y de las ochocientas cartas que escribió a su hermano, le llegaron seiscientas cincuenta.

A modo de biografía, o diario, a través de estas cartas escritas a partir de 1872, hemos podido saber cómo era y de qué forma vivió el pintor; son el testimonio de una persona compleja a causa de su inestabilidad física y mental.

Theo era un marchante de arte que vivía en París. Ambos hermanos mantenían buena relación, situación que le permitió a van Gogh comunicarse con su hermano y contarle todo sobre los diferentes aspectos de su vida. Fueron enviadas desde los distintos lugares en los que estuvo viviendo. La última carta que le envió a su hermano Theo fue en julio de 1890.

En ellas le cuenta su vocación de predicador; esto ocurrió cuando estuvo viviendo con los mineros belgas del Borinage. También le habló de su gusto y afición por la pintura y cuáles eran sus referentes favoritos. A veces le enviaba bocetos de sus trabajos a Theo, y gracias a toda esta información se ha podido conocer su evolución como pintor.

Tambien tuvo tiempo para el amor. En otra carta le cuenta a su hermano que se ha enamorado de una prima, Kee Vos, viuda y con un hijo. Él se declaró y ella lo rechazó sin dudarlo. Aun así, Vincent, decidió continuar amándola y no desfallecer en el intento de conseguir que ella pudiera corresponderle. Los resultados no fueron los esperados pero, al menos, durante el tiempo que permaneciera en él ese sentimiento, estuvo feliz.

El mismo tesón presentó ante la adversidad. Fue una persona a la que no le resultó fácil formar parte de la sociedad; ni él se adaptaba a ella ni esta lo miraba con mejor cara. Se lo cuenta a su hermano al mismo tiempo que le dice: a través de mis obras demostraré lo que hay en el corazón de un excéntrico, de una nulidad.

En abril de 1889 ingresó en un psiquiátrico, donde le estuvo permitido continuar pintando siempre que la enfermedad no se lo impidió. En mayo de 1890 dejó el centro, visitó a su hermano en París y viajó hasta Auvers-sur-Ois por recomendación de un amigo para que lo tratara el doctor Gachet, que además era pintor aficionado. En una carta le cuenta a Theo que el doctor está peor que él y que se negó a que conociera a su hija.

En este pueblo, Vincent pasó los últimos días de su vida antes de dispararse en el pecho el 27 de julio; murió dos días más tarde. Esta es una de las versiones que se conoce, porque están los que afirman que fue asesinado por el doctor Gachet.

Las cartas salieron a luz en 1913 gracias a la viuda de su hermano Theo, Johanna van Gogh-Bonger. Ella fue consciente de la situación de van Gogh y le inquietaba que todo el drama que había sido su vida impidiera que sus obras no fueran valoradas.

Casi toda una vida resumida en unas cartas que le pudieron servir para aliviar esa soledad, tristeza, inseguridad, desequilibrio mental de la que no pudo salir y que le llevó a la muerte.

Me han resultado más interesantes aquellas en las que expresa a Theo sus pensamientos, inquietudes, decepciones, esa visión de la parte humana, más que como artista. Y tal vez por la idea que ya tenemos fijada de van Gogh, en las cartas se percibe cierto dramatismo.

He de decir que muchas de ellas son extensas y, en mi opinión, en las que le explica a su hermano las técnicas que va utilizando, sus progresos, etc., esas me las he saltado. Con esto no quiero decir que sean menos interesantes, es solo una cuestión de gustos.

En total pintó 900 cuadros, 27 son autorretratos, 148 acuarelas y 1.600 dibujos. Lo triste es que su obra fue reconocida después de su muerte.

 

CITAS:

-Para el que ama, es tan imposible arrancarse ese sentimiento como atentar contra su propia vida.

-¿Qué soy yo, a los ojos de la mayoría de la gente? Una nulidad, un tipo excéntrico y desagradable, alguien que no tiene ni tendrá un sitio en la sociedad; en fin, poco menos que nada.




HOMBRES FATALES - Elisenda Julibert

Páginas: 176

Editorial: Acantilado

Año de edición: 2022


Es probable que al leer el título de este libro, Hombres fatales, nos lleve a pensar en el término femme fatale, y no vamos mal encaminados. Este concepto fue creado a mediados del siglo XIX y del que nació un mito tan popular que se ha llegado a pensar que podría ser real.

Este libro es un bonito y curioso ensayo que tiene como objetivo dar otro punto de vista al bien arraigado concepto de mujer fatal que se le ha adjudicado a la mujer, en el cine, la literatura y, como muestra la portada del libro, en el arte.

La cuestión que se plantea aquí es si la mujer fatal existe como tal, si es un comportamiento, un carácter atribuido a un tipo de mujeres concretas o es un objeto de deseo, por parte del sexo masculino, camuflado claro, para no parecer ellos los hombres fatales.

Si tenemos en cuenta que ha sido el hombre el que ha dominado estos ámbitos que he mencionado, a la hora de crear no es de extrañar que lo haya hecho a su antojo y, como no, utilizando en este caso el papel de la mujer para hacernos creer que la fatal  era siempre ella.

La portada del libro presenta una obra muy bonita, en el sentido artístico, que lleva como título: Susana y los viejos,  de Artemisia Gentileschi, una pintora barroca italiana. La pintura muestra a la Susana bíblica siendo acosada por dos viejos mientras se baña. A simple vista no resulta una obra desagradable, pero si se tiene en cuenta la historia de Susana en la Biblia, y lo que motivó a Gentileschi a representar esta imagen, apreciaremos mejor las intenciones de los dos hombres.

Un buen comienzo para explicar que, tanto en el caso de la Susana bíblica como en el de la pintora, fueron víctimas del deseo masculino.

Las obras que ha elegido la autora para darnos otra visión del término mujer fatal han sido creadas por hombres. Los personajes elegidos siguiendo el orden del libro son: Carmen, de Merimée; Conchita, protagonista de Ese oscuro objeto del deseo, de Buñuel; Albertine, de Marcel Proust; las protagonistas de Vértigo, de Hitchcock; Lolita, de Nabokov y Bouvard y Pécuchet, personajes estos últimos, protagonistas de la novela homónima de Flaubert. Para el Epílogo se reserva la película Con faldas y a lo loco.

Desde Carmen hasta Lolita, las protagonistas son mujeres creadas por hombres,  pero al final lo que vemos es que ellas son la causa que convierte al hombre en víctima de ese deseo; no pierde la cabeza por amor, simplemente sino por un objeto de deseo. En el caso de Conchita se ve claro que Mathieu, cuanto más se niega ella, la atracción y el deseo de él hacia Conchita aumenta.

En el caso de Bouvard y Pécuchet, el objeto de deseo no es una mujer, sino el propio hecho de desear lo que lleva a los protagonistas a llevar una vida un tanto peculiar. Con este último ejemplo, creo, que la intención de la autora es hacer ver a sus lectores que, por encima del deseo del sexo masculino, prevalece el deseo de desear. …El deseo es el motor de nuestra existencia y su retirada acarrea mayores sufrimientos que su presencia…

Aunque sean historias sacadas de la imaginación de estos hombres,  precisamente es de sus mentes de donde parte toda la trama.

En fin, con este libro no se trata de desbaratar nada, solo dar otra visión del mito visto con los ojos de una mujer.

He disfrutado del análisis que hace la autora, y si da la casualidad de que habéis leído las obras que menciona, os resultará más provechoso.

 

CITAS:

-El mito de la mujer fatal...constituye en sí mismo una caricatura del deseo en nuestro imaginario amoroso y, así, permite identificar con mayor claridad algunos de sus aspectos más insidiosos.

-...la verdadera causa de los celos, no son los hechos, es decir, la traición efectiva, sino la patológica necesidad del individuo de alimentar las sospechas que lo atormentan,…

-Lo curioso es que, pese a la posibilidad de imaginar a un equino con un cuerno en la frente no nos haya convencido de su existencia real, la posibilidad de imaginar a una criatura dotada del mágico poder de hechizar a sus víctimas para que se autodestruyan sí nos ha convencido de que la criatura debe existir en el mundo real.

-Lo que condena a Marcel a perder a Albertine...es su trágica concepción del amor, según la cual si la deja vivir como a ella le place se arriesga a que otro (...) se la arrebate, y si, para evitarlo y tranquilizarse, la enjaula y consigue reducirle a caña hueca termina descubriendo que apenas ha obtenido un despojo.

-...el deseo es el motor de nuestra existencia y su retirada acarrea mayores sufrimientos que su presencia...


VACIAD LA TIERRA - Agustín Pérez Leal


EPIGRAMA CONTRA STALIN

Vivimos sin sentir el país a nuestros pies,

Nuestras palabras no se escuchan a diez pasos.

La más breve de las pláticas

Gravita, quejosa, al montañés del Kremlin.

Sus dedos gruesos como gusanos, grasientos,

Y sus palabras como pesados martillos, certeras.

Sus bigotes de cucaracha parecen reír

Y relumbran las cañas de sus botas.

Este que cito aquí es parte del último poema que escribió Ósip Mandelstam, causa de su detención, encarcelamiento, tortura y muerte. Un poema que no vio la luz, que no salió de los círculos literarios donde fue leído, pero alguien lo delató.

Vaciad la tierra es uno de esos libros que gusta leer por la belleza que el autor ha puesto en la prosa. Está basado en un hecho real, del que no hay constancia de lo que le ocurrió al personaje de esta historia.

Puede que os resulte familiar el nombre de Ósip Emílievich Mandelstam (1891-1938). Fue un poeta ruso, de origen judío-polaco que fue detenido y encarcelado dos veces durante el régimen de Stalin. A este se refiere en el poema como montañés del Kremlin.

Lo escribió en 1933, y en mayo de 1934 fue detenido por ello. En su detención intervino el propio Stalin, quien decidió condenarlo, y no ejecutarlo, durante tres años desterrado a los Urales gracias a la intervención de Boris Pasternak.

Durante este periodo hasta ser detenido, por segunda vez en mayo de 1938, él y su mujer malvivieron, aunque tuvieron tiempo de hacer copias de sus obras y esconderlas en sitios diferentes. Esta vez lo condenaron a cinco años de prisión en un campo de tránsito, y en diciembre del mismo año murió.

A modo de metáfora, este tramo final de la vida de Ósip, el autor lo divide en tres partes: Matadero, Despiece y Despojos. Una trilogía que cuenta el tortuoso proceso que llevó al poeta hasta la muerte.

En estas tres fases iremos viendo como el deterioro físico y mental se va apoderando de él, hasta morir. Cada vez con menos lucidez, pero sin llegar a perderla del todo, seguiremos el curso de una mente inteligente que por encima de todo quiso asegurarse de que sus poemas fueran leídos algún día. Se los sabía de memoria, pero eso no bastaba, y la única persona que podía llevar a cabo esta misión era su esposa Nadezhda; Ósip nunca supo que su mujer sobrevivió y pudo conservar sus obras.

Por eso, aunque su lucidez iba menguando, no dejó de obsesionarse con dejar constancia de su obra. De camino a Vladivostok escribía cartas a escondidas, pero fue descubierto. Ya en el campo de trabajo se encuentra con Iván, un niño que podía tener nueve años, o doce, ni él mismo lo sabía, de quien se ganará su confianza y del que se valdrá para que memorice su obra y así perdure.

Otro elemento destacable en la novela es Parnok, un personaje creado por Mandelstam. Aparece como narrador, en primera persona, al final de Matadero para convertirse en su ángel guardián y disuadirlo de sus malos pensamientos, entre ellos los intentos de suicidio.

Según avanzan los días y también el deterioro de Ósip, Parnok deja de ser el ángel guardián y se transforma en persona real, habla de tú a tú con Mandelstam y llegado el momento, morir con él.

Lo que más me ha gustado de este libro ha sido la prosa hábil  del autor, que podría ser poesía. El trabajo de investigación, testimonios ya escritos y conocer todo sobre Mandelstam habrá sido un trabajo arduo y al mismo tiempo interesante. Pero ser capaz de plasmar en papel un alma atormentada y hacernos sentir la realidad que el poeta sufrió en sus propias carnes me ha parecido magnífico.

Este libro me fue asignado gracias al concurso de Masa Crítica y la editorial Pre-Textos.

 

CITAS:

-No es cuestión de tener las manos limpias. Nadie las tiene.  Es cuestión de mirar y comprender. Querer bien lo que se quiere; pensar bien lo que se piensa; hacer bien lo que se hace; decir bien lo que se dice…

 

-El estupor es el estado común del hombre de la hora. Hoy en día, para estar con la época, o sovietizas sordo, ciego y mudo, o llega el estupor.