Wikipedia

Resultados de la búsqueda

EL JUDÍO ERRANTE

 AUTOR: Eugenio Sue

EDITORIAL: E.D.A.F.

PUBLICACIÓN: 1968

ILUSTRACIONES: Tauler


La figura del eterno caminante es una leyenda que se remonta al siglo XIII. Escritores de diferentes épocas han hecho uso de esta leyenda en la literatura. De ahí que mi encuentro con El judío errante fuera leyendo «Edad prohibida», de Torcuato Luca de Tena.

Eugéne Sue, fue uno de los autores que se sumó a la lista de los que escribieron sobre esta leyenda en el siglo XIX. Su novela alcanzó tal éxito en Francia que despertó un nuevo interés por ella.

Sue proyecta una versión un tanto particular. Con un Prólogo intrigante y en forma de metáfora, presenta a dos personajes, hombre y mujer errantes, condenados a vivir vagando en dos mundos separados. Intentarán acercarse para unirse y así encontrar el final. En este punto nos deja con la intriga de saber quiénes son y porqué están ahí.

Estos dos personajes están presentes en la obra con un papel secundario, y esencial, por lo que simbolizan. Son seres místicos que tienen como misión proteger a sus descendientes, pero en la expiación de su pecado está que allá por donde pasan van dejando oscuridad. Estos dos elementos o personajes reflejan en realidad el sufrimiento, la maldición, el pecado, la ambición y el abuso de poder.

Desde este pasado tan lejano en el que dejamos a los que vagan, nos vamos a finales del siglo XVII. Hasta aquí han llegado los descendientes de la familia Rennepont que, por su condición de protestantes, se vieron en la necesidad de huir de París y exiliarse en diferentes partes del mundo. Antes de la partida, el cabeza de familia depositó una parte de la fortuna a una familia judía. 

El testamento, considerado «místico» por el testador, Mario Rennepont, lo dejó firmado el 13 de febrero de 1681. Este contempla que, pasados ciento cincuenta años, sus descendientes deberán recibir esa herencia que se ha hecho, más que centenaria, bastante sustanciosa. La condición indispensable para los herederos es portar una medalla de bronce, con una inscripción en cada una de las caras, y acudir el día y hora fijadas en una dirección que también se dejó por escrito.

La acción, en tiempo real, transcurre en el año 1831, en París, varios meses antes de que tenga lugar la lectura del testamento.


La novela contiene diferentes hilos narrativos, pero la trama principal gira en torno a un complot que se inició en el siglo XVII contra los Rennepont y sus descendientes. La mencionada conspiración es llevada a cabo por la Compañía de Jesús (jesuitas) que, interesados en conseguir dicha suma de dinero, por motivos que no diré, van a evitar a toda costa que los herederos se reúnan en el lugar y hora fijados.

Es una novela extensa, con descripciones largas sobre los personajes y escenarios. Por lo demás es dinámica y me gusta como está estructurada. Está cargada de fatalismo, oscuridad, siniestralidad, manipulaciones, tragedia, con tintes de género gótico.

Todas las acciones van ocurriendo al mismo tiempo, cambiando de unas escenas a otras, pero ordenadas, de manera que el lector no se hace un lío.

En cuanto a los personajes, aunque numerosos, están bien desarrollados y con amplias descripciones. Los hay malvados sin remordimientos, como sus acciones, buscando un solo interés. El personaje de Rodin es fantástico. Villano, de pensamiento rápido y penetrante. Todo lo que dice o hace ha sido previamente gestionado en su mente, con una precisión de reloj suizo.

En cuanto a los buenos, algunos deberían adquirir el grado de angelicales, y otros, más que buenos, son justos. Unos y otros interpretan la lucha del Bien contra el Mal.

Lo que más me ha gustado es la intriga que se mantiene en todo momento, aunque haya unos capítulos más interesantes que otros, como no lo son todos los personajes ni tampoco los acontecimientos.

No se debe bajar la guardia en esta novela. Todo lo que se dice o se hace parece haberse zanjado cada vez que actúan los personajes y no es así. A medida que avanza la novela, van regresando esas conversaciones o acontecimientos que creímos terminados.

Sue utilizó esta leyenda para reflejar temas muy presentes en la novela:


La diáspora del pueblo judío al centrar la trama en la familia Rennepont y su exilio.

La crítica de la injusticia social con la clase obrera. Sitúa a los personajes en unas condiciones de vida espantosas al carecer de lo más esencial.

A través de la Compañía de Jesús denuncia la corrupción de la Iglesia Católica, mediante conspiraciones para obtener poder y riqueza.

Tampoco se olvida de la belleza ni del feminismo. El personaje de Adriana de Cardoville es una mujer que admira la belleza en el sentido más amplio y es criticada por vivir de forma independiente, en todos los aspectos.

La libertad para decidir morir, o suicidarse, cuando la vida llega a un punto en el que ya no hay nada por lo que luchar.

¿Hay algo peor que la desgracia? En esta historia el destino se ceba, sobre todo, con los marginados, al mismo tiempo que muestran resistencia y supervivencia.

Es posible que se intuya como va a terminar la novela, pero no hay que valorarlo en sentido negativo. Al contrario, las maquinaciones de Rodin no son fáciles de imaginar, como tampoco el final.

 

CITAS:

—No enfrentéis una honradez demostrada a lo largo de cuarenta años con el miedo y la miseria, que son tan malos consejeros.

—Hay espectáculos de un horror profundo, imposible de expresar; pero durante estas catástrofes, tan rápidas como el pensamiento, se tiene a veces una visión tan clara del espectáculo como si se hubiera sorprendido a la luz de un relámpago.

—La remuneración del trabajo de las mujeres es de una justicia exasperante, de una salvaje barbarie; se las paga dos veces menos que a los hombres que también se dedican a la costura, como los sastres, chalequeros, guantera, etc., y eso cuando las mujeres trabajan tanto como ellos...;

—¡Comprometerme unos versos en que canto el amor al trabajo y la caridad! Si la justicia está ciega hasta ese punto, habrá que comprarle un bastón y un perro que le sirva de lazarillo.

Suele ocurrir que los hombres tan audaces en su ambición como pacientes y constantes en sus maquinaciones, quedan sorprendidos del éxito, cuando esté aventaja de forma increíble sus sabias y prudentes previsiones.