Es un cuento breve de setenta y dos páginas. La primera vez que se publicó como libro fue en 1892, formando parte de una colección de relatos para la obra llamada "El estuche de nácar".
Diez años más tarde se publicó de como libro individual e ilustrado.
Esta nueva edición, creo que la
tercera como libro único, es de 2010 y está ilustrada con los grabados de la edición original francesa.
Poncio Pilatos vive retirado en Sicilia con su hija mayor, y tiene un encuentro casual, después de veinte años, con un antiguo amigo, Elio Lamia. Ambos compartieron amistad siendo Poncio Pilatos procurador de Judea, y en este primer encuentro comenzarán a recordar esos años.
Pilatos hablará a su amigo jactándose de su tiempo como procurador y, al mismo tiempo, con resentimiento por el fracaso de los proyectos que intentó llevar a cabo, culpando a quienes más despreciaba, a los judíos. Estos eran el origen de todos sus males.
Después de esos veinte años, Pilatos, aún mantiene esa aspereza hacia este pueblo. Su memoria parece intacta por cómo le habla de ellos a su amigo Lamia, a quien le dice en un momento de la conversación que "si el pueblo judío no puede ser gobernado habrá que destruirlo". Lamia, en cambio, con una opinión opuesta a su amigo, intenta hacerle comprender que no se puede opinar sobre eso que no conoces bien.
También le contará que conoció a una mujer judía, muy bella, de la que quedó prendado. No menciona su nombre, pero es evidente que se refiere a María Magdalena. A parte de su belleza, la define como una mujer de mundo, pero que, de repente, abandonó la vida que llevaba para unirse a un grupo de personas que seguían a un joven galileo llamado Jesús.
El momento más interesante de este diálogo tiene lugar al día siguiente. Poncio Pilatos invita a cenar a casa a su amigo, y así terminar la conversación que dejaron pendiente.
Lamia le cuenta porqué fue desterrado
y le cita todos los lugares que visitó mientras duró este. Entre estos estaba
Jerusalén, donde estuvo conviviendo con los judíos y allí, le dijo:- "pude
descubrir en esos hombres virtudes recónditas que para ti quedaron
ocultas".
En el desenlace final del diálogo entre los dos amigos, Elio Lamia le hará una pregunta, y por la respuesta que le da Poncio Pilatos, se entiende que no todas las personas a las que conoció mientras fue procurador dejaron huella en su memoria.
En el prólogo, Ignacio Martínez de Pisón, define muy bien el odio de Poncio Pilatos hacia el pueblo judío. Me quedo con estas dos frases:
"El procurador de Judea es una
narración de la prehistoria del antisemitismo y de su pervivencia a lo largo de
los siglos"
"Confía Pilatos en que ese
exterminio acabará haciéndole justicia, y lo que ignora es que la Historia está
a punto de tomar un camino bien distinto"
En el posfacio, Sciascia, hace referencia a los "Anales" de Tácito, al libro tercero en concreto, y a la "La guerra de los judíos" de Flavio Josefo, como fuentes principales en la que se inspiró Anatole France para escribir este cuento.
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