EDITORIAL:
Lumen
PUBLICACIÓN:
11 de octubre de 1928
Aunque Orlando no ha sido una lectura fácil para mí, la he leído con interés. El estilo narrativo de Virginia Woolf, lleno de metáforas, fantasías y simbolismos, me hizo cuestionar si estaba preparada para enfrentar una obra de este tipo. Sin embargo, la profundidad de los temas que aborda, como las limitaciones sociales impuestas a las mujeres y las normas de género, me mantuvo expectante. En varios momentos estuve tentada a abandonar, pero documentarme sobre la obra me ayudó a captar mejor lo que Woolf intenta transmitir.
Orlando
es un personaje atemporal y fluido, y a través de su transformación refleja su
capacidad para evolucionar, adaptarse y trascender a las normas sociales y
culturales que nos definen como personas, de cómo se espera que vivamos,
actuemos y nos identifiquemos en género, clase social, etc.
Me
ha parecido muy alegórica la transformación de Orlando, aunque me ha
sorprendido que la autora utilice la pureza, la castidad y la modestia para
convertirla en mujer. El hecho de que la autora no fuera creyente me lleva a
pensar que estas ideas reflejan los valores y convenciones de su época.
Woolf
afirma que este cambio de género no afecta a la identidad de Orlando, pero a su
comportamiento es evidente que sí, y la sociedad, y su círculo de conocidos
aceptan con normalidad ese nuevo cambio.
Esta
aparente normalidad podría ser también una crítica a la sociedad, para
demostrar una vez más que los roles de género son más superficiales de lo que
aparentan y que la sociedad está más preocupada por mantener las apariencias
que por cuestionar sus propias normas.
Tal
vez ahí está lo fabuloso de la novela, que no hay que verla o interpretarla
como algo realista, sino como el recurso que permite a Woolf explorar
cuestiones más profundas sin las limitaciones de la lógica convencional.
Inspirarse
en alguien tan cercano como Vita, tiene más peso emocional. Es el vivo reflejo
de la personalidad de la mujer que amó y la transformación que tuvo la propia
autora.
En
la página 239 de la novela hay una reflexión sobre «el amor» que me parece la más poderosa de toda la
obra. Creo que encaja perfectamente en la vida de Orlando.
Orlando
abre un abanico de posibilidades para reflexionar sobre el género, la identidad,
la ambigüedad y la sociedad. La forma en que las representa invita a cuestionar
muchas de nuestras propias concepciones sobre lo que significa ser hombre o
mujer.
No
he disfrutado esta novela en su plenitud, pero que me haya generado dudas,
reflexiones, y profundizar en temas tan importantes, hace que me dé por
satisfecha.
Recomiendo
esta novela a los lectores que estén dispuestos a explorar una narrativa diferente
que desafía nuestras ideas sobre el género, la identidad y la sociedad.
CITAS:
—Pero todos sabemos lo que es el amor. ¿Hizo
eso Orlando? La verdad nos compele a decir que no, que no lo hizo. Por
consiguiente, si la heroína de nuestra biografía no se resuelve ni a matar, ni
a querer, sino a pensar e imaginar, podemos deducir que no es otra cosa que un
cuerpo muerto y abandonarla...
—No es el amor de la verdad sino el deseo de prevalecer el que opone un barrio a otro barrio y hace que una parroquia premedite la ruina de otra parroquia.
— Nadie, desde que
el mundo comenzó, ha sido más hermoso. Sus formas combinaban la fuerza del
hombre, y la gracia de la mujer.
—Un
apuesto caballero como él, decían, no necesitaba libros. Que dejara los libros,
decían, a los tullidos y a los moribundos. Pero algo peor venía. Pues una vez
que el mal de leer se apodera del organismo, lo debilita y lo convierte en una
fácil presa de ese otro azote que hace su habitación en el tintero y que supura
en la pluma.
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