EDICIÓN:
CACTUS
PUBLICACIÓN:
01/06/20221
Me encontré este libro de forma inesperada en una feria de
libros. Es cierto que tengo un afinado radar para detectar el nombre de Proust
por muy escondido que esté. Lo adquirí al final, pero con la duda de si me
aportaría algo nuevo.
Este breve ensayo nació de una conferencia televisiva en 1971.
Michel Butor, novelista y ensayista del siglo XX francés, propuso a Klossowski (filósofo,
novelista, traductor de Nietzsche) una relectura de En busca del tiempo perdido
con la intención de invitarlo a hablar sobre «Proust
y los sentidos».
Años después el texto fue recuperado y se publicó en forma de
libro.
Para los que leemos a Proust somos conscientes de que en una
primera lectura se dejan cosas atrás. En mi caso, aun la tengo sin terminar, y
entre los libros que componen la obra, alterno otros que me ayudan a comprender
mejor la narración de un personaje que decidió exiliarse de la vida social para
vivir solo en beneficio de su obra literaria.
Klossowski conecta a Proust con temas como el budismo y con
filósofos de la talla de Nietzsche o Schopenhauer. Pero aquí no voy a entrar
porque sería demasiado enrevesado y prefiero quedarme con lo que se ciñe al
autor y su obra.
No es exactamente un comentario filosófico, aunque se nota la
influencia del autor y su gusto por En busca del tiempo perdido, porque
tratar con Proust es tratar la filosofía. Más bien diría que es un análisis no
demasiado detallado de la obra, y sobre todo de una reflexión personal.
Releer a Proust no fue para Klossowski un simple volver a lo
ya leído, fue una nueva experiencia. Si hubiera que describirlo en términos
físicos, esta lectura alteró su estado en el momento en que afirma que: «lo envolvió como si estuviera drogado» como si la novela misma produjera ese efecto.
Creo que cuando Klossowski habla de Proust y su obra, está queriendo
decir que fue creada para producir un efecto en el lector. No resucita su
pasado con el Yo consciente sino a través de impulsos y emociones.
Juega con la memoria involuntaria cuando un sabor, un olor o
un gesto despiertan un recuerdo que estaba olvidado.
Sobre el sabor de la magdalena, ¿Quién no ha tenido alguna
vez esa experiencia, que un olor o sabor nos ha transportado al pasado? Lo que
hace Proust es un ejercicio brutal de introspección, que casi consigue que
vivamos en el pasado. Esa atención extrema en todo nos lleva a reparar en lo
que normalmente nos pasa desapercibido en la vida.
Pienso, también, que es inevitable analizar al autor y la
obra, que forman un todo. Todo su recorrido, ese trabajo realizado se le revela
como la única forma de fijar su experiencia, dejándola por escrito.
No se limita a narrar esos recuerdos, además los convierte en
escenas llenas de impaciencia, dramatismo y emoción.
En busca del tiempo perdido es una obra creada con la conciencia
del Narrador. Todo es subjetivo: su sensibilidad, sus obsesiones y sus contradicciones.
No importa como pasó, sino como lo vivió.
Creo que esta es la razón por la que Klossowski sintió que la
relectura lo envolvía como una droga, porque Proust no busca reconstruir el
pasado, sino hacerlo revivir en nosotros como experiencia sensorial y
emocional.
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