PUBLICACIÓN:
16/01/2015
EDITORIAL:
Valdemar
Por la parte de Swann termina con una tercera lectura, de treinta y ocho páginas, en la edición de Valdemar, de la que no se ha hecho libro individual tal vez por su brevedad, pero merece una reseña aparte.
Proust hace una especie
de remix tocando diferentes temas. Comienza haciendo referencia a la Naturaleza
y el Arte en estado puro. Creo que hace alusión a Ruskin, quien tanto influyó
en él en dicha especialidad. Los sentimientos que la naturaleza despertaba en
Proust eran contrarios a la intervención del hombre; lo que hoy es un
ecologista.
Sobre las estancias en
París, Gilberte es la protagonista. Se encuentra con ella despues de su estancia
en Combray. Tenía por costumbre ir todos los días a los Campos Elíseos acompañado
de Françoise, criada al servicio de sus padres al morir tía Léonie. Un día de
esos escucha el nombre de Gilberte, de la boca de una amiga de esta, y las
alertas saltan en la cabeza del Narrador.
Ya se había fijado en
sus ojos cuando la vio por primera vez en Combray, y al descubrir que es la
hija de Swann y Odette siente que se enamora de ella.
Los sentimientos que
describe hacia Gilberte, se asemejan bastante con los del señor Swann en Un amor de Swann; una razón más para convencerme de que él es el personaje de la
obra. Utiliza las palabras: desconocida, inaccesible, doloroso, ante la
cercanía que hay entre las niñas y no con él.
Los celos no se
terminan. Como solemos decir, tiene celos hasta del aire que respira. También
le preocupan las ausencias de Gilberte cuando no acude a jugar; solo si sabía
de estas con previo aviso eran menos dolorosas.
El amor hacia Gilberte
solo nace en él, como la necesidad de verla, porque de tanto imaginarla le
cuesta tener una imagen real de ella. Todo es fruto de un deseo. En cambio, ella,
solo lo ve como un amigo. Es el mismo sentimiento que Odette tiene hacia Swann.
Hay una frase de esta
lectura que dice: -la impaciencia por
verla hubiera sido menos imperiosa de ser adulto- . Me ha llamado la
atención porque en Un amor de Swann el amor de este es igual de imperioso que el
amor del Narrador hacia Gilberte. Es un vivo reflejo.
También se crea dos
imágenes de Gilberte: -la que él había grabado en su mente y la que encuentra
al verla de nuevo. Este pasaje me ha recordado al momento en que Swann recurre
a la imagen de Séfora, de Botticelli, para reflejar la belleza de la obra en
Odette y conseguir enamorarse.
Este enamoramiento
hacia Mlle. Swann también le hace cambiar su opinión acerca de su padre. Ya no
siente celos hacia ese hombre que acudía a cenar, de invitado de sus padres, y
tenía que prescindir del beso de buenas noches de su madre.
A Odette de Crèzy, Mme.
Swann, la sitúa en el Bois de Boulogne, en los paseos que suele dar por la
alameda de Las Acacias, un lugar muy frecuentado por la gente elegante de
París. No varía en ella su estatus, aun estando casada con el señor Swann. Nos
recuerda de nuevo la cocotte que frecuentaba los salones de París. Ella se
pasea deslumbrante, y los hombres, al cruzarse con ella la reconocen y saludan,
gesto que ella no rechaza y los responde con una discreta señal.
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