Publicación: 1997
EDITORIAL: Anagrama
PÁGINAS: 161
No sé qué me ha pasado con este libro, pero me apetece más hablar del autor que de la novela, o de ambos al mismo tiempo, por eso de que es novela autobiográfica.
Hay que reconocer que
Beigbeder es todo un personaje, y lo digo en el buen sentido de la palabra,
porque según como lo expresemos puede significar algo positivo o negativo.
Se le da bien escribir
y además tiene de donde sacar para crear una novela porque su vida, en cierto
modo, lo es.
En El amor dura tres años, publicado en 1997, el autor se vale del
personaje Marc Marronier para narrar una etapa de su vida sentimental y las
desavenencias en las relaciones de pareja. Describe como son para él los tres
primeros años del matrimonio con Anne y sus escarceos amorosos con Alice; esos
dos nombres bien podrían corresponder a Diane de Mac Mahon (matrimonio I) y
Delphine Valette (pareja sentimental) respectivamente. De esta segunda relación
nacerá su hija Chloé.
Su vida sentimental ha
sido ajetreada, con cuatro matrimonios terminados en divorcios y dos relaciones
en pareja, si no me he equivocado en las cuentas. Tiene otra hija, Oona, de su
tercer matrimonio. Le puso este nombre en homenaje a Oona O'Neill, hija de
Chaplin, sobre quien escribió una novela titulada Oona y Salinger. Si no la
habéis leído hacedlo porque es preciosa. Aunque está basada en los dos
personajes mencionados, en ella Beigbeder hace referencia a la vejez.
En una declaración que
hizo para Le Figaro afirma que: - El fracaso es cuando le prometes a alguien
que lo amarás toda tu vida... y no puedes. Son fracasos que con el tiempo
miramos con ternura. Son pocos los fracasos que se celebran. El divorcio es uno
-.
Me he quedado con esta
frase porque creo que en ella confiesa cuál es su verdadero problema a la hora
de tener una relación sentimental, entender que significa el amor y todo lo que
implica.
Beigbeder nació ya con
"una flor en el culo", perdonad la expresión, aunque estoy segura de
que todos la hemos soltado más de una vez. Nació en una familia bien acomodada,
de descendencia noble, y creció en Neuilly, una de las zonas más caras que
limita con París hacia el noroeste. Siempre ha vivido en un mundo fácil, en el
sentido de que siempre tuvo puertas abiertas, algo que facilita mucho para
conseguir objetivos.
Pero lo bueno que tiene
Beigbeder, es que sabe darle toques de humor, sátira, provocación, soltar
verdades en sus novelas, donde otros no se atreverían. Aunque la escritura
siempre es un medio que puede ayudar a decir eso de lo que no te atreves a
hablar.
Recomiendo la lectura
de sus novelas.
CITAS:
-Escribir con drogas es
agradable pero retrasa la escritura y la reemplaza. La droga empeora mi
escritura. Me quedo con el vino y la cerveza.
-Hago muchas cosas muy
deprisa por pura pereza, para acabar pronto, para no cansarme; fue un consejo
que me dio una madrugada Roland
Topor.
-No comprendo a esas
personas que buscan la fama durante años y cuando la conquistan se quejan.
-Hay que salir para
estar en contacto con la gente, para ver, para escuchar. Un escritor no puede
ser un monje.
-No creo que el
escritor tenga que estar metido en casa a las ocho de la tarde para hacer el
crucigrama de Le Monde. Que renuncie a vivir para escribir.
-A Kafka le encantaba
divertirse. Hay escritores agonizantes y doloridos, como Flaubert y otros
hedonistas hasta el final, como Baudelaire. En el centro estaría Proust, un
hombre asiduo de largas fiestas nocturnas y también de encerrarse para escribir.
Es mi modelo. Trabajo de día, salgo de noche y duermo poco; pero ir de fiesta
no es lo opuesto a hacer un buen libro".
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