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EL BAILE DE LA VICTORIA

 

AUTOR: Antonio Skármeta

PUBLICACIÓN: 30/10/2003

EDITORIAL: Planeta


El baile de la Victoria no estaba en mi plan de lectura, pero mientras leía Al otro lado, de Mar Busquets-Mataix, un personaje hace alusión al libro, y como lo tenía en casa decidí ponerme a ello.

La historia que Antonio Skármeta narra en este libro es dura y despiadada para todos los personajes, los buenos y los malos. Aunque malos, en verdad, solo hay dos, el alcaide Santoro y Rigoberto Marín.

Viven en una democracia recién estrenada, que sucede a una dictadura, y el nuevo presidente aprueba una amnistía general para los presos que no tienen delitos de sangre.

Ángel Santiago, de unos veinte años, es uno de los presos que se beneficia de esta ley. Fue acusado de robar un caballo, y durante dos años sufre las vejaciones del alcaide Santoro. Vergara Grey frisa los sesenta, y también se beneficia de la misma ley. Fue condenado a cinco años por ser un manitas con las cajas fuertes.

La cruda libertad que les espera a estos dos los unirá de nuevo, y juntos deciden qué hacer con sus futuros.

En el caso de Ángel Santiago lo tiene muy claro, venganza para el alcaide y dar el gran golpe que ha preparado en prisión otro preso al que todos respetan. Al salir de la cárcel lleva consigo el plan listo para ejecutarlo, el problema es que no puede hacerlo solo.

Vergara Grey es su objetivo como socio en el golpe, pero este no quiere volver a delinquir; sueña con recuperar un dinero y rehacer su vida con su mujer e hijo. 

En la vida de estos dos personajes se cruza Victoria Ponce. Una estudiante que no quiere estudiar. Sí pone empeño en dar las clases de ballet. Su objetivo es, a través del baile, poder rendir homenaje a su padre que fue asesinado durante la dictadura. Esta es la causa de que su madre esté inmersa en una depresión que le impide ocuparse de su hija.

El autor refleja los tiempos difíciles de Chile que, tras terminar la dictadura de Pinochet, intenta establecerse en la nueva democracia, y para quienes han de empezar desde cero no lo tiene fácil. Es cuestión de supervivencia, con expediente manchado no hay  oportunidad de salir adelante.

En general, la historia está bien desarrollada, es entretenida y consigue conmoverte la situación de Victoria Ponce sobre todo. Por lo demás, no hay tensión y las descripciones eróticas, las menciono porque dependiendo de quien lo lea, le puede resultar desagradable.

En los últimos capítulos, desde que se empieza a fraguar el golpe, la historia se acelera, hasta el punto de no sentir apenas tensión mientras lo llevan a cabo, ni cuando huyen.

El final tampoco me ha convencido, ha sido como dejar una puerta entreabierta. Creo que Ángel Santiago se merecía que Vergara Grey y Victoria Ponce se enteraran de lo sucedido.

Señalar también, que utiliza términos en los diálogos propios de Chile que cuesta entender.

Una lectura agradable, con una historia que refleja una época difícil para la sociedad que le tocó vivirla. No tuvo que ser fácil.

Recomiendo su lectura por este motivo, por la cruda realidad que refleja el autor.


CITAS:

- Iba a domesticar su rebeldía de artista. Apagaría de un manotazo el incendio de sus venas que le hacía imaginar sin tregua los mejores pasos si llegara a ser la heroína del ballet La bayadera.

-Era más que  la  indignación y el asco, mucho más que el amor y la ternura ofendida, infinitamente más que el odio minucioso al mundo y sus bestias, eternamente más que la rabia por virilidad celosa pisoteada, más enceguecedora que la sangre agolpada en sus ojos.

-Hubiera preferido ser ciego  y no verlo, sordo y no oírlo, indiferente hasta el hielo [...] hubiera querido no haber salido jamás de la cárcel, y entendió ahora,  en su confusión,  que la libertad era apenas una continuación del castigo, que haber encontrado por azar a Victoria Ponce era su decreto de muerte sellado y ratificado [...]

-Ni a un moribundo le duele tanto como a mí la vida. ¿De qué me sirve tener veinte años y el mundo por delante?

-Es decir, en la vida se da junto lo grande y lo pequeño. Pero como estamos siempre viviendo en lo pequeño no alcanzados a darnos cuenta de qué parte de lo grande es lo pequeño.





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