EDITORIAL:
TusQuets
PUBLICACIÓN:
2018
Ojalá no hubiera sido
necesario escribir este libro, ojalá no lo hubiera leído. Todo habría sido
diferente y Ramón González podría haber escrito cualquier otra historia sobre
París.
Hablar es bueno, contar
aquello que nos ahoga es bueno. Por eso, narrar lo que allí ocurrió me ha
parecido una buena iniciativa de parte de Ramón. No todas las personas son
capaces de expresar una situación como la de esa noche en el Bataclan, y con su
historia nos ha dado una verdad más personal y cercana de lo que ocurrió.
Fue una noche dura,
espeluznante, macabra, inesperada, sin sentido…, en resumidas cuentas, una
pesadilla para todos los que esa noche, por algún motivo, estábamos en París.
El edifico Bataclan
llama bastante la atención, es imposible no fijarse en su fachada llena de
colores, semejando a una pagoda. Cuando lo vi por primera vez en marzo de 2014,
paseando tranquilamente por el boulevard Voltaire, nada presagiaba que un año
más tarde la Sala Bataclan entraría a formar parte de esa lista de lugares que
han sido objetivo de terroristas.
Era una noche especial,
cenábamos en Le Procope, el restaurante que conocimos gracias a los
"Hombres Buenos" de Reverte. Celebrábamos el veinticuatro cumpleaños
de mi hija mayor. Todo era mágico aquella noche: - el restaurante donde
ilustres personajes como Voltaire, Diderot, Rousseau, Benjamin Franklim, se
dieron cita para concebir la Encyclopédie o la Constitución de los Estados
Unidos, donde aún podemos leer sus nombres en el asiento que ocuparon.
Como regalo de cumple,
una edición del Quijote ilustrada con acuarelas con más de doscientos años de
antigüedad.
No fuimos conscientes
de nada de lo que ocurría en la otra orilla del río. Por suerte no había
cobertura dentro del restaurante, y todos los que allí cenábamos éramos ajenos
a la barbarie que estaba teniendo lugar al otro lado del Sena.
Cuando terminamos y
salimos al exterior los móviles querían explotar, no nos daba tiempo a
reaccionar y tomar conciencia de lo que pasaba. La odisea fue volver a casa.
Nada de taxis, París se había quedado desierta y solo el metro nos podía
devolver a casa pasando bajo la zona donde había ocurrido el atentado.
Afortunadamente las paradas afectadas ya estaban anuladas y el metro pasó de
largo. Sin duda será un cumpleaños que jamás olvidaremos.
Después quise volver
allí, y lo hice, pero ya nada era igual. Los colores del Bataclan parecían
haber perdido su intensidad.
Para el autor no habrá
sido fácil comenzar de nuevo, renacer de aquella noche trágica, ser consciente
de que la vida continúa. El destino, el azar, la casualidad, como cada uno lo
quiera ver, le estaba dando otra oportunidad de seguir adelante, su fin no
estaba allí.
En la lectura he
percibido fuerza para contar su historia, fuerza para seguir adelante, fuerza
para superar esos miedos que se apoderan de nosotros en situaciones como esa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario