Wikipedia

Resultados de la búsqueda

EL CAMINO

 

AUTOR: Miguel Delibes

EDITORAL: DESTINO

PUBLICACIÓN: 2005


A la segunda va la vencida. Creo que han pasado más de diez años desde que decidí leer este libro por primera vez. Lo que me aburrió entonces fue la retahíla de nombres y motes que Delibes utilizó con sus personajes. Hoy en día me alegro de que esta joya literaria se haya cruzado de nuevo en mi camino. Lo he disfrutado muchísimo.

Aún no había nacido cuando esta obra fue publicada, pero la historia de Daniel, el Mochuelo, y sus amigos me ha recordado a mi niñez. Pertenezco a una de esas generaciones en las que divertirse en la calle y hacer travesuras de vez en cuando era lo habitual.

En esas décadas se evolucionaba más despacio y la forma de educar entre los años cincuenta y principios de los setenta no había cambiado mucho. Seguía vigente Moisés, el profesor, el Peón, castigando con un reglazo en la palma de la mano o aguantando el peso de los libros con los brazos en cruz.

El mundo rural que describe Delibes es sin duda muy familiar para los que nacimos por esos años en el pueblo. Era habitual ir al campo y robar fruta como hicieron Daniel, el Mochuelo, Roque, el Moñigo y Germán, el Tiñoso, en la finca del Indiano y su hija Mica. El miedo a ser pillados por Mica hacía que ese momento fuera más emocionante.

Los motes era algo muy habitual. Se conocían mejor los habitantes del pueblo por los apodos, como dicen en mi pueblo, que por sus nombres propios. En esta novela muchos de ellos están relacionados con la vida rural.

Aunque la edad temprana de estos chicos es factor importante, creo que la inocencia de esos años lo era en la misma proporción a la educación que se recibía entonces. Que Daniel, a punto de irse a la ciudad, y Germán creían todavía en la cigüeña, y que Roque, más espabilado, compare el parto de una mujer con el de una coneja no deja de ser gracioso, pero es cierto que había muchos tabús.

Qué decir del amor. Esos amores platónicos que afloraban de repente, acompañados de un cosquilleo en el estómago y lo mismo que entraban, salían, porque a poco que nos descuidáramos se habían esfumado. Es lo que le ocurre a Daniel, el Mochuelo, con Mica.

 Es maravillosa la reflexión que hacen sobre las mujeres con cutis. La Mica era la única que lo tenía de seda. Pasaba temporadas en el pueblo, pero no era de allí. En cambio, las que si lo eran no gozaban de esa suerte porque «el sol les quema el pellejo o el agua lo arruga»

La muerte también crea en Daniel cierta decepción cuando por accidente muere Germán, el Tiñoso. Como también le entristece pensar que abandona el pueblo por un tiempo y lo más probable es que no vuelva a ver al cura con vida, aunque si en una hornacina, como se esperaba por lo de la santidad que le habían asignado.

Es una novela tierna hasta más no poder. Narrada en tercera persona, Delibes nos deleita con una historia de costumbres que casi han desaparecido. Es la historia de Daniel, el Mochuelo. Todos esos recuerdos que le abordan justo antes de marchar. Porque él no quería irse a la ciudad, sentía que su vida estaba en el pueblo. Lo más importante lo tenía allí. Pero su padre decide por él.

Ese es el camino, el verdadero mensaje de esta novela. El camino que Daniel no pudo elegir.  Quería quedarse en el pueblo, pero su padre le eligió un camino distinto.

 

CITAS:

- ¿Qué preferían no asfaltar la plaza antes de que les aumentasen los impuestos? Bien. Por eso la sangre no llegaba al río. «La cosa pública es un desastre», voceaba, a la menor oportunidad, don Ramón. «Cada uno mira demasiado lo propio y olvida que hay cosas que son de todos y hay que cuidar», añadía.

 - Eso es un decir. No creas que los santos huelen a colonia. Para Dios, sí, pero para los que olemos con las narices, no. Mira don José. Creo que no puede haber hombre más santo, ¿eh? ¿Y no le apesta la boca? Don José será todo lo santo que quieras, pero cuando se muera olerá mal, como la Mica, como tú, como yo y como todo el mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario