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EL SILENCIO Y LA CÓLERA

AUTOR: Pierre Lemaitre

PUBLICACIÓN: 2024

EDITORIAL: Salamandra Narrativa

 

El silencio y la cólera, de Pierre Lemaitre, es la segunda parte de la trilogía de «Los años gloriosos» que continúa con la saga de los Pelletier. Si El ancho mundo fue más explosivo y emocionante, la segunda parte se centra más en el conflicto moral, el silencio institucional y la lucha personal. Y quienes más lo van a sufrir son los personajes que toman el relevo del protagonismo: François y Hélène.

En François he visto a un personaje inconforme, inquieto, y la misma vena investigadora que su hermano Etienne. Comparten el impulso de no conformarse, de buscar algo más auténtico, más comprometido, más justo, tanto en la vida profesional como en la personal.

Y Hélène, que se la ve venir desde el principio, no ha dejado de buscarse complicaciones. Es la más libre de los cuatro hermanos, y desde que abandona el hogar familiar asume las consecuencias de su libertad en una época que no perdona a la mujer que rompe con los roles sociales.

En cambio, Jean y Geneviève quedan estancados en su mundo y la única evolución que se aprecia en ellos es lo que los ha caracterizado durante toda la novela:

Geneviève muestra todas sus perversidades más oscuras, la que más es la relación que tiene con su hija Colette. No solo la rechaza, sino que la llega a odiar hasta desear su muerte. Lemaitre las escribe con frialdad. Solo al final de la novela, y de forma imperceptible, el autor deja un pequeño matiz relacionado con Geneviève para redimirla de ser el personaje más perverso. 

En el caso de Jean el cambio es más significativo y positivo, aunque esto no lo salva de los crímenes que ha cometido de forma impulsiva. Se revelan en él dos comportamientos inesperados: cierta sensibilidad hacia Colette, a pesar de que sospecha que no es su hija y la capacidad de enfrentarse a la vida. Su personalidad dice mucho de su comportamiento, pero a medida que avanza la historia se muestra más humano que su mujer.

En realidad, la vida de los tres hermanos parece prosperar, pero esta sigue siendo lamentable; solo en el tramo final, para atar cabos, Lemaitre los deja en mejor situación.

Lemaitre pone en el epicentro a Hélène y los días que pasa en Chevrigny. Mientras prepara el reportaje sobre el caso de la presa que inundará el valle, unido a su situación personal que no está en su mejor momento, madura como personaje femenino.

Es cuando renace esa mujer que ha sido silenciada en lo profesional y se ha visto en la necesidad de ocultar su secreto para sobrevivir.

El silencio también se refleja en el pueblo ignorado, sin voz ni poder de decisión, y la cólera, que crece a medida que se acerca el abandono forzoso de un pueblo que no ha sido tenido en cuenta para tal decisión.

La parte que menos me ha gustado es el protagonismo que da a Lucien, el chico que Louis tiene empleado en la jabonería al lanzarlo al mundo del boxeo. No me ha resultado interesante. Desentona con el resto de la novela y solo me queda pensar que en la tercera parte Lemaitre le haya adjudicado más protagonismo.

Por supuesto nos deja un final abierto con situaciones familiares y personales sin resolver. Algunas se pueden intuir, pero otras quedan para la imaginación.