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NUESTRA SEÑORA DE PARÍS

AUTOR: Víctor Hugo

EDITORIAL: Alianza Editorial

PUBLICACIÓN: 21/11/2019


Víctor Hugo es uno de esos autores que he tenido reservado hasta ahora, aunque nunca olvidado. Si aplacé la lectura de su obra fue de forma consciente, queriendo encontrar el momento adecuado. Ahora, determinadas circunstancias me han hecho sentir que el momento ha llegado.

Nuestra Señora de París me ha parecido una novela magnífica, y las expectativas que había puesto en ella se han superado con creces. Es una obra que envuelve por la riqueza en matices.

Víctor Hugo fue un autor apasionado en defender todo aquello que le preocupaba. Fue sensible a la injusticia social, apasionado con el arte, de estilo romántico y su espiritualidad iba más allá de lo religioso.

En el escenario de esta novela los personajes se convierten en recipientes simbólicos donde se vierten pasiones, frustraciones, deseos, obsesiones, el amor y la tragedia, que no encuentran salida en la realidad.

El amor desinteresado de Quasimodo, el amor posesivo de Frollo y el ilusorio de Esmeralda, nace de las carencias más profundas que terminarán por destruirlos.

No hay agresividad en su estilo crítico; da la impresión de que su pluma no se altera; es serena y firme al mismo tiempo.  Emplea la sutileza, para ahondar en las conciencias de los lectores y mostrar la realidad de la condición humana: la injusticia social, el peso de la religión, los abusos del poder y el amor como salvación o condena.

Aún me ha gustado más otro personaje, tan principal como los mencionados antes. Me refiero a Nuestra Señora, la catedral, que cobra protagonismo y se convierte en principal testigo de todo lo que ocurre.

Diría que París tiene más de un alma, y su catedral es la que mejor la representa. Me ha parecido sublime cómo la describe Víctor Hugo y el sentimiento que le despierta. Aunque precedió a Ruskin y a Proust, creo que su entusiasmo y defensa por el arte gótico también iba más allá del alago a la obra y al artista.

El objetivo era despertar las conciencias por el estado de deterioro del edificio, y de forma sosegada y directa denunciar el estado lamentable en que se encontraba.

Imponente y silenciosa, salvo cuando claman las campanas, entre sus muros se cruzan los personajes. En ella tienen lugar acontecimientos, se traman condenas, se sufre el desamor, se fomenta el odio y la obsesión. Lo más importante sucede en Nuestra Señora.

Los siguientes capítulos que cito son, en mi opinión, los que dan esencia a la obra: —ANANKÉ, Nuestra Señora, Esto matará aquello, Los dos hombres vestidos de negro y Lasciate ogni speranza.

Nuestra Señora es un capítulo que Víctor Hugo dedica a la catedral y la convierte en el símbolo central de la novela, como testigo de la historia y del drama que tiene lugar en su interior.

Los dos hombres vestidos de negro es un capítulo oscuro, de complicidad, que refleja cómo el poder, el odio, la obsesión, pueden decidir el destino de otras personas.

Lasciate ogni speranza, «Abandonad toda esperanza, los que entráis...» Frollo entra en su propio infierno interno. Es un personaje con una apariencia inicial extraña que se va degradando hasta el final, y sucumbe a lo que siempre ha tenido: una vida reprimida que lo ha ido oscureciendo.

He dejado para el final el capítulo ANANKÉ porque es para mí el más importante de todos, el que más significado tiene en esta novela. Dicho término viene del griego y se ha traducido como Fatalidad, como símbolo de lo inevitable que afecta a los personajes y a una sociedad que condena a quienes no encajan destruyéndose entre sí.

Me he preguntado si la catedral está sometida a dicha Fatalidad. Como símbolo de la arquitectura, es víctima del paso del tiempo, del olvido cultural y del progreso. Su historia se niega a ser borrada, fue el libro de piedra de la humanidad, y ahora, la decadencia física y un estilo forzado a desaparecer la hace peligrar.  Esto matará aquello…

 

 CITAS:

—..., el tiempo ha dado a la iglesia por otro lado mucho más de lo que le ha quitado, ya que es el tiempo el que ha difundido por la fachada ese color sombrío de los siglos, que hace que la vejez de los monumentos sea la edad de su belleza.

—Su forma de barco había llamado la atención de los reyes de armas, ya que de ahí le viene, y no del sitio de los normandos…, el navío que campeador en el viejo escudo de París.

—..., el tiempo ha dado a la iglesia por otro lado mucho más de lo que le ha quitado, ya que es el tiempo el que ha difundido por la fachada ese color sombrío de los siglos, que hace que la vejez de los monumentos sea la edad de su belleza.

—Era el presentimiento de que el pensamiento humano, al cambiar de forma, iba a cambiar el modo de expresión; que la idea capital de cada generación ya no se escribía con la misma materia y de la misma manera; que el libro de piedra, tan sólido y duradero, iba a ceder el puesto al libro de papel, más sólido y duradero aún.

—¡Pobre mosca, incapaz de mover la mas pequeña de sus piedras!

—Me figuro que ese agujero estará habitado en competencia por murciélagos y arañas y que por consiguiente se hace en él a las moscas una doble guerra de exterminio.


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