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LOS GIRASOLES CIEGOS

AUTOR: Alberto Méndez

EDITORIAL: Círculo de Lectores

PUBLICIÓN: 2006


El título Los girasoles ciegos lo interpreto como una metáfora de los cuatro relatos que en este libro se narran. Sus connotaciones políticas son bastante evidentes, pero mi lectura, y ahora esta reseña, se centran en el sentido moral y emocional de cada historia.

Aunque son relatos independientes, comparten una misma situación: los años de la posguerra, desde 1939 a 1942.

¿Pudieron evitar la muerte el capitán Alegría, el poeta, Juan Senra y Ricardo? Ciertamente sí. Tuvieron la oportunidad y casi llegaron hasta el final, pero las circunstancias agotaron su capacidad para elegir.

La desilusión del capitán Alegría fue descubrir que el final de la guerra no había traído la paz. Podemos pensar que su decisión fue absurda, pero cuando descubres que mantenerte fiel a ciertos valores no garantiza la vida ni la dignidad; cuando no encuentras una razón para seguir adelante; si no paras de girar buscando una luz que no existe, encuentras la muerte.

En la guerra, la derrota no solo está en la zona de combate. Sus consecuencias llegan más lejos, a cualquier rincón, y no por huir estás fuera de peligro. En el segundo relato, el poeta trata de salvar el amor que siente hacia Elena y el ser que esta lleva dentro. No desea luchar en la guerra porque su ideal de vida es escribir y formar una familia. Huyen porque ahora sienten que el mundo en el que están no les corresponde. La guerra le ha quitado aquello para lo que estaba hecho.

Juan Senra, personaje del tercer relato, en su instinto de librarse de la muerte teje una mentira del hijo del militar que lo interroga. Le dice lo que quiere oír y eso le salva la vida, día a día, mientras ve morir a sus compañeros de prisión. Pero a medida que aumenta su mentira, también lo hace la rabia que siente por la ficción que ha construido y cansado del héroe muerto decide contar la verdad. La derrota antes que vivir corrompido por crear la falsedad de un soldado muerto.

En el cuarto relato, y quizá el que más alusión hace al título, Ricardo y Elena viven con su hijo Lorenzo en la oscuridad para preservar la identidad del padre, a quien se le da por muerto cuando vive escondido en la casa. La supuesta viudedad de Elena es atractiva para un diácono que anda tras ella. La familia vive con el miedo a que su secreto sea descubierto destacando así el autor la situación de clandestinidad tras la posguerra y la falta de libertad.

No fueron derrotas individuales. Sus tragedias no dependen de quien gane o pierda, o de si están en el bando correcto, se trata de lo que cada uno de ellos cree que es justo y lo que se le permite hacer.

Un ser humano puede sentirse moralmente atrapado en cualquier bando si su conciencia entra en conflicto con lo que se le exige.

En el absurdo moral de las cuatro derrotas cada personaje intenta orientarse, como los girasoles, hacia una forma de luz, pero el mundo que habitan no permite que esa luz exista. Por eso todos son girasoles ciegos.




MANUAL DE SAINT GERMAIN DES PRÉS

 

AUTOR: Boris Vian

EDITORIAL: Gallo Nero

PUBLICIÓN: 2017


El Manual de Saint-Germain-des-Prés es una obra que traza, con humor y cierta ironía, una caricatura del hervidero intelectual que fue este barrio parisino en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. En parte guía y en parte crónica burlona, recorre desde los cafés ahumados de la época hasta los sótanos donde empezaba a sonar el jazz, espacios que hoy sobreviven como lugares míticos para los turistas.

Por sus páginas desfilan grupos de bohemios artistas, escritores, músicos, filósofos, poetas, noctámbulos y jóvenes intelectuales, que en los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo hicieron de Saint-Germain su centro de vida: los cafés del Flore y Deux Magots, los clubes de jazz como el Tabou o el Club Saint-Germain. Allí coincidieron figuras como Sartre, Beauvoir, Boris Vian, Juliette Gréco o Queneau, símbolos de una renovación cultural que buscaba abrir un horizonte tras la devastación.

La obra dibuja a esta juventud marcada por la guerra como un paisaje humano lleno de contradicciones: hombres y mujeres que discutían, creaban y casi vivían en esos espacios, tratando de rehacerse entre la filosofía, el jazz y el juego de la bohemia. París necesitaba reinventarse, y en Saint-Germain-des-Prés encontró un escenario vibrante donde una generación entera sintió la urgencia de empezar de nuevo para poder seguir viviendo.




AUDICIÓN

 

AUTORA: Katie Kitamura

EDITORIAL: Sexto Piso

PUBLICIÓN: 19/05/2025


Esta lectura me ha resultado desconcertante, con la sensación continua de estar perdiéndome algo, aunque al final creo haberle encontrado un sentido.

Si se lee la novela de manera estrictamente literal se podría incluso trazar una línea coherente, pero hay momentos en los que el comportamiento de la Narradora no parece lógico. Esto me ha llevado a pensar que en ella hay algo que no encaja.

Desde el comienzo se sospecha que la Narradora encierra más de lo que muestra. Su tendencia compulsiva a observar, analizar y controlar a cualquiera con quien interactúa revela una tensión interna. Es una actriz consagrada que, en apariencia, se presenta como una mujer racional, distante, pero su propia voz va dejando señales de inestabilidad.

Cuando está con Xavier, o con su marido, parece segura de sí misma; de este último confiesa en cierto momento que lo necesita a su lado, una frase que revela cierta dependencia afectiva. En cambio, en el teatro, su espacio de trabajo ocurre lo contrario: allí hay figuras con más poder que ella y su seguridad se resiente y se vuelve más vulnerable.

La relación con Xavier es, para mí, uno de los elementos más desconcertantes. Al principio es evidente que no es su hijo, pero la novela acaba aceptando ese vínculo como si fuera natural. Hay desde el inicio una mala conexión entre ellos, algo que no encaja, y esa tensión termina explotando en el final.

Lo que más me descoloca es la sensación de que la Narradora tiene lagunas en su pasado que la confunden y que la llevan, a veces, a no distinguir bien entre la realidad y la representación. Esto puede estar relacionado con su profesión, pero también con su fragilidad emocional y su necesidad extrema de control, que no siempre consigue mantener.

Como dice la sinopsis, nada es lo que parece. La Narradora es un personaje poco fiable: está desorientada, llena de vacíos y dudas, y su vida real se vuelve por momentos incierta, casi escénica. Y ahí, precisamente, radica la fuerza de la novela.

El libro está bien escrito, pero al mismo tiempo resulta una lectura complicada, rallante, que puede no ser del gusto de algunos lectores.




EL CASTILLO DE BARBAZUL

AUTOR: Javier Cercas

EDITORIAL: TusQuets

PUBLICIÓN: 2022


De los tres libros que forman la trilogía, me quedo con Terra Alta. Es el mejor de los tres. Cada uno presenta un caso diferente, aunque la continuidad de los personajes recomienda leerlos en el orden que se escribieron.

El castillo de Barbazul trata el caso relacionado con Cosette, la hija de Melchor, el cada vez más controvertido y polémico policía. En esta novela ya no ejerce como tal, pero el caso de su hija hará que se active en él su profesión.

Cosette decide desaparecer, por voluntad propia, cuando descubre que su padre la ha tenido siempre engañada acerca de la muerte de su madre. En un viaje a Mallorca, acompañada de su mejor amiga, aprovecha la ocasión para quedarse, en lugar de volver a casa.

Aunque Melchor conoce los motivos que han llevado a su hija a tomar esta decisión, queda extrañado al comprobar que también mantiene el silencio con su amiga. Parece que se la ha tragado la tierra. Su olfato de policía le llevará a sospechar que hay algo oscuro en este asunto, y acertará.

Mencionar en primer lugar que esta situación lleva a Melchor a sobrepasar los límites por tratarse de su hija. Siempre fue un personaje impulsivo, a veces violento, pero esta vez fuerza la situación, cegado por el miedo.

El comportamiento que adopta Melchor es el de una persona que no atiende a razones; se aprovecha de la confianza que sus antiguos compañeros le profesan para que muevan todo lo necesario en la búsqueda de su hija, exigiendo que todo ocurra de inmediato, como si su necesidad fuera la única que importa.

Pretende que la Guardia Civil se ponga a su servicio y les dice cómo deben trabajar. No admite pausas ni protocolos. El dolor lo desborda hasta el punto de cruzar todos los límites.

He visto a un hombre asustado, perdido, sin saber para donde tirar cuando comprende que se ha pasado; esto ha influido en que sienta cierta adversidad hacia el personaje de Melchor por su actitud implacable.

Esto se mantiene hasta que Cercas pone en su camino a un exguardia civil que valida algunas de sus sospechas cambiando de nuevo la percepción que yo había tenido.   Revelar que recupera a su hija no es destripar la historia, porque esto ocurre en menos de setenta y dos horas, lo que nos puede dar una idea de lo que viene después.

Es el punto de inflexión de la novela, que se acelera y cambia de tono en el momento en el que Melchor pasa a la acción. Lo que antes era una mezcla de intuiciones, miedos y desesperación, se convierte en una hipótesis solida compartida dando comienzo la investigación.

Melchor sabe a qué se enfrenta. El padre desesperado queda relegado a un segundo plano y actúa el policía que ha encontrado una situación peligrosa a resolver. Es una misión que no podrá hacer solo y es fácil imaginar con quienes formará equipo. La misión es visto y no visto: dura menos que el partido Barça-Madrid que se jugaba en ese momento y termina con el objetivo cumplido, una baja mortal y dos heridos.

El epílogo me ha gustado bastante. Es algo extenso, pero aquí Cercas hace una amplia aclaración de como se resuelven los hechos posteriores, dejando un final bastante creíble.

Finalizada la lectura, que me ha mantenido entretenida, esta novela no es más que sus predecesoras. Quizá porque Cercas nos tiene acostumbrados a otras expectativas, esta trilogía me ha parecido más convencional.


PROHIBIDO MORIR AQUÍ

AUTORA: Elizabeth Taylor

EDITORIAL: Libros del Asteroide

PUBLICACIÓN: 2025


Me ha parecido una novela exquisita, discreta, poética y elegante, con cierto toque de humor en la forma de tratar la vejez y la soledad que la acompaña.

Exquisita porque las escenas están escritas con sensibilidad. La forma en que se describen es minuciosa, sencilla, sin brusquedad, parecen personajes planos y, sin embargo, tienen un mundo interior muy vivo.

Discreta porque, aunque en los personajes se percibe la fragilidad de la vejez, no los he notado asustados, apesadumbrados, con miedo. Nada es dramático, al contrario, sus ansias de aventura los mantiene vivos.

Poética porque la autora no recurre a metáforas: sus descripciones son suaves, lo que hace la lectura más relajada y permite contemplar cada escena con nitidez.

Poética porque la autora no usa metáforas en la narrativa, las descripciones son suaves haciendo la lectura más relajada y permitiendo al lector contemplar la escena con nitidez.

Elegante por la naturalidad con que la autora muestra a los personajes sin juzgarlos. Los diálogos son sencillos, pero dejan entrever que callan más de lo que dicen. Es ese tipo de elegancia que no se impone, nace en la obra.

La decisión de la señora Palfrey de instalarse en el hotel junto a otros mayores en su misma situación es quizá la única opción que le queda para combatir una soledad que no desaparece, pero es un lugar que le permite compartir el día a día.

Con estos inquilinos fijos en el hotel Claremont, la novela explora las limitaciones de la vejez y la soledad que los envuelve. Tal vez por eso le dan tanta importancia a recibir visitas, les ayuda a salir de la rutina y a sentirse necesarios.

Estos personajes, inspirados en el Londres de los años sesenta del pasado siglo, con sus vidas ociosas, son creíbles y reflejan la etapa final de la vida desde el humor y la ironía.

Parte de la energía que les queda la dedican a controlar la vida de los otros. Entre ellos se observan, comentan, interpretan, incluso inventan historias sobre sobre ellos mismos. Podemos pensar que no tienen otra cosa mejor que hacer, pero lo podemos entender como un ejercicio que los mantiene vivos.

Sin embargo, aunque parezca una vida entretenida, creo que el mensaje principal de la novela radica en las reflexiones de estos personajes. Tenemos que escuchar sus mundos interiores para ver la verdadera realidad que tienen. Entonces nos damos cuenta de lo solos que están, aunque la autora les otorgue la relación de amistad y el sentido de la esperanza que es el aliciente de sus días.

No me esperaba el final que da la autora a esta novela, pero en una reflexión posterior llegué a la conclusión de que es un final justo y que da sentido a la obra.

 

CITAS:

Antes caminar era como respirar, algo a lo que no prestaba la menor atención. La catástrofe de la vejez residía en no atreverse a ir a cualquier parte, en resignarse a perder la libertad.

—Todo el mundo desea de vez en cuando huir de todo eso, aunque en realidad no deberíamos desearlo… y ahora he comprendido que solo podemos ser libres cuando nadie nos necesita.

A medida que envejecemos, nos dedicamos a recibir y dejamos de dar. Dependemos de los demás para que nuestros placeres y para todo lo demás. Es como si volviéramos a ser niños.





MEMORIA DE CHICA

AUTORA: Annie Ernaux

EDITORIAL: Cabaret Voltaire

PUBLICACIÓN: 21/10/2021



Memoria de chica es un título ambiguo, que puede aludir tanto a la edad como al género, quizá porque Annie estaba empezando su juventud, a pocos días de cumplir los dieciocho años. Aunque «chica» también puede sugerir el recuerdo, entenderlo desde la distancia en la memoria.

Escribir sobre un hecho ocurrido durante la juventud, desde la madurez, puede ser por nostalgia o porque hay una necesidad de volver a un momento que no quedó cerrado, y aunque hayan pasado los años sigue estando latente.

En el caso de Annie fue lo segundo, y quizá lo que pretende la autora con esta escritura, más que una reconciliación plena entre el pasado y presente es comprender sin juzgar.

Porque el paso de los años no le ha dado una respuesta definitiva sobre lo que ocurrió. Es más, sigue sin comprenderlo, pero retomarlo en la madurez y profundizar en ello es una forma de asumir y superar aquella época.

Educada en una moral estricta y controlada por sus padres, a punto de cumplir la mayoría de edad, Annie pasa un verano en libertad como monitora en unas colonias.

Aquí tendrá su despertar sexual fuera de ese control familiar y además descubrirá que hay otro mundo fuera que ella desconoce.

El poder hacer uso de esa libertad sin saber cómo, debido a esa educación, esto no lo expresa la autora de forma explícita, se verá reflejado en Annie sin que ella misma lo sepa.

La Annie madura sabe que el paso del tiempo pide explicaciones, intenta justificar lo que pasó y no establece vínculo entre el yo de entonces y el yo de ahora.

Por eso habla de «ella» en tercera persona, como si fueran dos personas diferentes. El paso del tiempo no ha cambiado su opinión porque no puede juzgar algo que no comprendió mientras lo vivía, y nunca llega a tener una opinión definitiva.

Es como si no consiguiera identificarse con ella porque algo se perdió en el camino.  Hay un momento en el que la autora afirma que la chica dejó de existir para siempre. Hacer esta afirmación puede deberse a que su experiencia de juventud causó en ella un gran desconcierto, y porque visto desde la madurez la vida la ha convertido en otra persona.

Querer reconocerse en ella y no poder; no comprender como pudo ser esa chica, pero al mismo tiempo sentir que esa desconocida habita en ella; que el resto de su vida está vinculada a lo que vivió allí, le llega a crear tensión.

De ahí la necesidad de escribir y recuperar a esa chica que tanto le cuesta reconocer. No siempre es fácil recuperar el pasado, pero intentarlo con la escritura es una forma de aceptarlo.

 

 CITAS:

—Más que la realidad de su felicidad es la conciencia de la realidad de su felicidad la que es para mí una certeza, la misma cuya necesidad figura copiada en la agenda roja...





LA CASA THÜRINGER

 

AUTOR: Panait Istrati

EDITORIAL: Funambulista

PUBLICACIÓN: 2025


Panait Istrati fue un escritor rumano autodidacta, obrero y viajero incansable, cuya vida estuvo marcada por el ideal de justicia y la desilusión ante la corrupción del mundo. Este libro refleja esos momentos de desencanto y desilusión.

¿Merece la pena luchar por unos ideales sabiendo que son un imposible?

En La casa Thüringer hay alguien que refleja esa pregunta; se trata de Adrian Zograffi, el protagonista de la historia.

Supongo que es algo natural, al final de la vida, cuando el tiempo se acaba, que acude a la mente todo aquello que más pesa; suele ser más lo malo que lo bueno. Parece que haciendo un recuento de todo lo ocurrido se tranquiliza la propia conciencia, y ayuda a morir en paz con uno mismo.

Con una prosa tranquila, sin altibajos, el autor crea a Adrian, un personaje que es su fiel reflejo, para hacer balance de una existencia vivida entre la esperanza y la desilusión, cuando la muerte ya se adivina cercana.

El Prefacio tiene un tono de confesión amarga. Es la de un hombre que no ha encontrado en la vida lo que buscaba, que se ha resignado a aceptar que ese ideal de autenticidad en las relaciones humanas es imposible. Su enfado demuestra no admitir la derrota total.

Adrian nació en la casa Thüringer, y es hijo de una lavandera y de un padre ausente. Desde su posición humilde, la primera impresión es la de un joven orgulloso y con cierto grado de soberbia. Se sabe capaz, independiente, con principios, y no quiere que su felicidad dependa del dinero ni de la aprobación de otros.

Aún es joven y le falta madurez, el trato con los amos le permite conocerlos y descubrir que en la casa Thüringer no existe la diferencia social que él creía.

Al principio, Adrian conserva intacto su ideal de honestidad y dignidad personal, pero en la convivencia con el matrimonio Thüringer sus ideales comienzan a chocar con la realidad.

En Ana descubre una mujer inteligente y sensible que le habla sin la imposición social que los separa, alguien que parece compartir su forma de ver el mundo. Aun así, ve en ella cierta tolerancia hacia las injusticias que la rodean, quizá porque no puede ver la intimidad de su vida ni los pequeños gestos a los que se resiste, como cuando evita asistir al salón de invitados para no fingir simpatías que no siente.

El señor Thüringer lo desencanta más porque él si representa el poder y la satisfacción de quien se cree dueño de todo.

Estos dos referentes marcan el comienzo del desencanto de Adrian. Es cuando comprende que la bondad individual es posible, pero no basta para transformar una sociedad que está basada en la injusticia, el egoísmo y la desigualdad.

En esta desilusión de Adrian, pero en la que sigue latiendo el mismo impulso, la novela da un giro y traslada los ideales de este al terreno político. Tal vez la unión de los hombres consiga lo que una voluntad aislada no puede.

Pero el entusiasmo de Adrian también acabará con la misma desilusión. Un gran desastre provocará no solo la desgracia de los trabajadores, también llevará a la ruina a las dos casas de armadores. Este triste acontecimiento, provocado en parte por los que proclaman la justicia, guiados por la ambición y la traición lleva a Adrian a una triste reflexión: la ruina del rico no cambia el corazón de los hombres. Ni la política ni el dinero logran corregir la incapacidad humana para ser justa.

Creo que esta reflexión resume bien el mensaje que el autor quiere transmitir.

Al final, todo parece volver a la pregunta del comienzo: ¿merece la pena sostener unos ideales imposibles? Adrian Zograffi no tiene una respuesta, pero si ha aprendido una certeza: vivir sin ideales sería aún peor. Aunque la desilusión lo acompañe, no pierde su fe en la justicia y la dignidad del ser humano.

 

CITA:

¡Nuestros pobres destinos! Antes de ser escritor, he desempeñado muchos trabajos forzados, pero no sospechaba por aquel entonces que me quedaba por conocer el mas inhumano de todos: el que se practica ante la admiración de la gente, y al final del cual naufragan al unísono el cuerpo y el alma.






PEPITA JIMÉNEZ

 

AUTOR: Juan Valera

EDITORIAL: Club Internacional del Libro

PUBLICACIÓN: 2020



RESEÑA:

Pepita Jiménez, publicada en 1874, fue la primera novela de Juan Valera. Su estilo clásico, detallado, elegante y gracioso nos sitúa en el siglo XIX, con unos personajes cuyos comportamientos son el retrato de la lucha entre los deseos personales y las expectativas impuestas por la sociedad.

Aunque el argumento se basa en una historia de amor, no entra exactamente dentro de la novela romántica: en ella prevalece el compromiso, la complejidad de las relaciones humanas, las aspiraciones personales, las presiones sociales y el amor como sentimiento creador del conflicto.

El joven protagonista es un seminarista de veinte años que por encima de todo desea ser ordenado sacerdote. Unas prolongadas vacaciones en casa de su padre después de terminar en el seminario pondrán a prueba sus votos religiosos creándole un conflicto interno.

La primera parte del libro es epistolar: a través de numerosas cartas que el protagonista escribe a su tío, el deán, le cuenta su día a día en el pueblo, junto a su padre. Estas avanzan de forma muy ordenada y lleva al lector a conocer los sentimientos más íntimos del joven que aspira a ser sacerdote, y cómo descubre que todo empieza a desmoronarse.

En el pueblo vive también Pepita Jiménez, una mujer hermosa, apasionada de la vida, independiente, que desafía las normas sociales, despierta el interés de Luis y se convierte en su obsesión. Ella representa la tentación que interrumpe las aspiraciones espirituales del joven.

En la segunda parte hay una voz narradora implícita, el deán, tío del seminarista, quien está al tanto de la situación por todas las cartas que le escribió y conoce el desenlace. Lo que no queda aclarado es si el deán conoce el final de esta historia porque el sobrino se lo contó o porque lo dedujo. Es por tanto la persona más indicada para sacarnos de dudas.

Y aunque al comienzo de esta se diga que solo una persona conoce lo que allí ocurrió después: Solo una persona, que por casualidad vino a saberlo, puede dar razón de lo que pasó después…, quiero señalar a un segundo personaje que también es testigo y cómplice de la situación, aunque no se la considere narradora.

Ambos representan dos formas de conocimiento que se complementan: el deán comprende la situación y la analiza y Antoñona tiene un conocimiento más emocional, lo siente más que lo entiende.

Y luego está el padre del seminarista, que si no lo he mencionado hasta el final es porque en este punto es donde mejor se muestra. Cuando ya todos estamos al tanto de la situación y esta se ha resuelto, aún el hijo, con miedo y vergüenza, tendrá que dar una doble explicación a su padre de lo ocurrido.

¿Cómo se resuelve todo? Para eso hay que leer esta bonita historia en la que, si la trama es buena, la forma en que está narrada lo es aún más.

 

CITAS:

...a menudo me inclino a creer que la viuda se ama a sí misma, sobre todo, y que para recreo y efusión de este amor tiene los gatos, las flores y al propio niño Jesús, que en el fondo de su alma tal vez no esté muy por encima de los canarios y de los gatos.

Realizado así cuanto nos rodea, amando y estimando a las criaturas por lo que son y por más de lo que son, procurando no tenerse por superior a ellas en nada, antes bien, profundizando con valor en el fondo de nuestra conciencia para descubrir todas nuestras faltas y pecados, el corazón se sentirá lleno de afectos humanos, y no despreciará, sino valorará en mucho el mérito de las cosas...

Porque yo me digo: si amo la hermosura de las cosas terrenales tales como ellas son, y si las amo con exceso, es idolatría; debo amarla como signo, como representación de una hermosura oculta y divina, que vale mil veces más, que es incomparablemente superior en todo.




LA CLASE DE GRIEGO

AUTORA: Han Kang

EDITORIAL: Random House

PUBLICACIÓN: 2023


RESEÑA:

La clase de griego, de Han Kang, me ha parecido una bella historia y, al mismo tiempo, triste.

No es fácil interpretar el significado de esta obra pues, a veces, creía estar en la realidad y otras en el pasado. Todo ha sido un poco confuso, pero muy dulce y poético.

Hay dos personajes principales, una mujer que asiste a una clase de griego, y su profesor. En realidad, dos desconocidos que coinciden en un mismo espacio, la clase.

Conforme avanza la narración, me he ido sintiendo confundida porque todo se vuelve difuso. Sabemos de partida que son dos personas que se acaban de conocer, que su relación no va más allá de profesor-alumna, y en cambio hay pasajes que sugieren una relación entre ambos.

Hay un amor fraternal, una gran amistad y un gran amor que no es físico, sino que nace del dolor, de la pérdida y del silencio.

La clase de griego es el lazo para unir metafóricamente a dos seres que tienen algo en común. Con el ejercicio de la memoria y de los recuerdos iremos descubriendo que la autora no se interesa tanto por esa coincidencia física como por lo que ambos llevan dentro.

Cada uno habla desde una soledad distinta, marcada por la pérdida para ella y, en él, el cansancio vital y el intento de hallar sentido a través del lenguaje.

Ella y él son dos expresiones paralelas del dolor. De alguna manera que no he entendido bien están entrelazadas, como si telepáticamente en el momento de conocerse la desgracia de cada uno se hubiera reflejado en el otro y comparten esa herida común.

Nada que vaya más allá de la clase parece real, y sin embargo todo parece ocurrir fuera de esta.

En La clase de griego, Han Kang utiliza el aprendizaje de una lengua muerta en una forma de diálogo. A través de dos personajes que apenas se rozan en la realidad, nos habla de la necesidad de comprender el dolor y de cómo el silencio puede unir más que las palabras.


CITAS:

A veces me hago preguntas utilizando esas argumentaciones de la lógica griega que tanto te disgustaban. Si tomamos como cierta la premisa que dice que, cuando perdemos algo, ganamos otra cosa, ¿qué es lo que he ganado yo al perderte a ti? ¿Y qué es lo que ganaré cuando pierda la vista?

Después de que la estupidez destruyera aquel periodo de mi vida y se destruyera a sí misma, me di cuenta de que, aunque hubiéramos vivido juntos, yo no habría necesitado tu voz tras quedarme ciego, pues, al mismo tiempo que el mundo visible se alejase de mí como la bajamar, nuestro silencio se habría perfeccionado a la par.

Que cuando devolvamos al mundo material la vida, lo más frágil, blando y triste que poseemos, no recibiremos ninguna compensación. Que cuando llegue ese día, no podré recordar todas las experiencias que habré acumulado hasta entonces en términos de belleza.





Y ESO FUE LO QUE PASÓ

 

AUTORA: Natalia Ginzburg

EDITORIAL: Acantilado

PUBLICACIÓN: 11/11/2019



RESEÑA:

Y eso fue lo que pasó es un título bastante literal y significativo por lo que se narra en el libro.

En realidad, es la historia de una mujer cuyo nombre está ausente. Puedes aprenderte el nombre de todos los personajes, hasta que caes en la cuenta de que no sabes como se llama la protagonista.

Esa ausencia de identidad explícita sugiere que cualquier mujer podría quedar atrapada en una historia de amor, infidelidad y desilusión. Porque en este relato lo que importa no es quién habla, sino lo que se siente y cómo se dice.

A veces hay tensión en las frases de la protagonista, sobre todo cuando nos acercamos al final. Es en esta fase donde ella ve lo que antes no podía porque el amor la había cegado.

El estilo de Natalia Ginzburg es muy directo. Las frases son breves, cortas y sencillas, despojadas de metáforas o descripciones largas. Transmiten una gran carga emocional en cuanto se puede sentir todo eso que calla.  

Es como una voz contenida y fría. Mas que dramatismo encontramos dolor, yo diría que desde el principio.

He disfrutado analizando a la protagonista por su anonimato que la convierte en voz universal; por ser tan clara y directa en sus reflexiones; por no ser ingenua, pero si prisionera de una emoción que no controla.

Es una mujer sin su propio yo desde el momento en que su vida gira en torno a su marido, su amor por él y el sufrimiento que asume desde el primer día que lo conoció.

Lo más triste de la protagonista es ver con claridad lo que pasa, pero no lo evita. Ella sabe que su marido no la ama, sabe que la humilla, y sin embargo sigue ahí, esperando, buscando una razón para vivir.

Todo el relato está contado desde su punto de vista, sin adornos ni muchas explicaciones. Su manera de hablar es precisa; Lo que sintió ya es pasado, solo le queda aceptar los hechos y contar lo que pasó.

Narrar esa aparente pasividad silenciosa encierra, en realidad, una afirmación personal. No es un acto de locura ni de debilidad, sino el único modo que encuentra de recuperar el control de su vida, o de cerrar un círculo.

Es un final a la vez terrible y sereno. Puede significar muchas cosas. Mi conclusión es que la protagonista no recupera lo que había perdido, pero sí así misma.