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MANÓN LESCAUT

 

AUTOR: Abate Prévot

EDITORIAL: Nauta

PUBLICACIÓN: 1971


 

 

«Manón Lescaut» es una novela que forma parte de «La Memorias de un joven de calidad» publicadas entre 1728 y 1731. Este es el volumen número siete y está considerada como la mejor de todas.

Es una novela híbrida, palabra de moda en estos tiempos, en la que se fusionan diferentes géneros. Me quedo con la más sencilla de todas diciendo que es una novela en la que se mezclan distintos géneros.

Es una historia dramática, con tintes shakespearianos. Es novela de aventuras por las peripecias en las que Des Grieux se ve involucrado. Es psicológica si nos centramos en el carácter de los personajes y los motivos que los llevan a adoptar un comportamiento concreto. Y lo que contiene de romántica, por la pasión amorosa de Des Grieux hasta el final de la novela.

La novela empieza con una narración enmarcada breve, de un solo personaje, que sostiene y da origen a la historia del caballero Des Grieux con Manón. Este narrador será el encargado de transcribir la historia que el mencionado caballero le cuenta cuando se ven por segunda vez. A partir de aquí comienza la narración incrustada, es decir, el momento en que el protagonista se convierte en el narrador de su propia historia.

Hay una gran sencillez en la narración. El vocabulario utilizado, la entonación de los diálogos y las reflexiones, hacen de ella una lectura fácil. Puede que esté considerada como una de las mejores en su categoría, pero haciendo una valoración general no me ha parecido tan sublime.

Esto puede ser debido a que empecé a leerla nada más terminar «La dama de las camelias», que pese a la similitud que guardan entre ambas, en lo esencial, son bien diferentes.

Debido a esto, es posible que mi impresión hacia esta novela haya podido deformarse. El motivo por el que decidí leerla fue el siguiente:

 —Si han leído «La dama de las camelias», sabrán que «Manón Lescaut» es el libro que forma parte del lote que se subasta en casa de Marguerite para cubrir las deudas que ha dejado esta al morir. Está firmado por Armand Duval, su amante, con una dedicatoria que dice así: —«Manón a Marguerite». Humildad.

Entre ambas hay un siglo de diferencia, siendo esta que reseño la de más edad (1733). Es evidente que si Dumas hijo la menciona en su novela es porque conocía la historia de Manón Lescaut. No parece que se inspirara en ella, sabemos que se basó en su experiencia personal. Si, además, tenemos en cuenta que en esa época era normal que los hombres de buena posición tuvieran amantes, es razonable que ambas novelas tengan similitud.

La pasión que siente Des Grieux hacia Manón, mujer muy hermosa de la que se enamora hasta la obsesión, es el principal condicionante que decide el destino de su desdichada vida.

Los protagonistas son jóvenes y sus comportamientos lo demuestran en la forma de actuar y reflexionar. A Des Grieux solo le mueve el amor pasional y, a Manón, algo más que un sentimiento, una buena posición social en la que nada puede faltar.

Hay en el personaje de Des Grieux un conflicto entre la pasión que siente por Manon y la razón, en cuanto a que es consciente del rumbo que toma su vida. Es un arma de doble filo que lo llevará al precipicio. Pero el amor es tan fuerte que caerá y se levantará. Pero todo tiene un límite.

Aunque las palabras de Manon expresan pasión, la hipocresía es cada vez más frecuente en ella, no solo hacia su enamorado, también con los amantes que la mantienen. Su principal atracción es la riqueza que le impulsa a prostituirse en los altos niveles sociales.

Terminar diciendo que estos dos jóvenes, desde el momento en que se encontraron, comenzaron a vivir al margen de las reglas de la sociedad del momento. Para Manón, el simple hecho de ser una mantenida ya está fuera de las reglas que marca la sociedad, y Des Grieux, de buena familia a punto de ser nombrado caballero de una orden, desobedece incluso a su padre pasando hasta por encima de la ley.

Tal vez no fueron las conductas más ejemplares, cada lector que lo juzgue conforme a su pensar, pero si el amor lo puede todo, incluso más que el dinero, este es un claro ejemplo.

Disfruten de esta lectura.

 


CITAS:

-El amor es una pasión inocente; ¿por qué se habrá transformado para mí en fuente de miserias y desórdenes?

-El camino que sigo es áspero; pero la esperanza de llegar a término lo llena siempre de dulzura, y me creería bien pagado de todos los sinsabores que experimento para llegar al fin.


LA DAMA DE LAS CAMELIAS

 AUTOR: Alejandro Dumas (hijo)

EDITORIAL: Planeta

PUBLICACIÓN:1984

 

Empiezo esta reseña por el Apéndice final del libro, titulado «La señorita Marie Duplessis». Lo escribe Jules Janin. Habla de la mencionada dama, la original, la que motivó al autor a escribir «La dama de las camelias».

Ha llamado mi atención el hecho de que, tras publicarse con éxito la obra, los lectores, con sus reflexiones, llegaron a la conclusión de que «La dama de las camelias» no era una novela inventada, sino un drama real que la protagonista había vivido y sufrido. Podría haber ocurrido lo contrario, pero el interés que despertó por conocer los pormenores de esta Dama entre quienes la leyeron, avivó el interés de la novela.

No quiero hacer comparaciones, son odiosas, entre el padre y el hijo. Con estilos diferentes, Dumas hijo creó una bella, romántica y dramática historia basada en un hecho real de su vida, la relación que mantuvo con Marie Duplessis, Marguerite Gautier en «La dama de las camelias». También es sabido que esta obra inspiró la ópera de Giuseppe Verdi, La Traviata.

La mayor parte de la novela transcurre en París. También es mencionada Bougival, una localidad cercana a la ciudad que en la época se puso de moda frecuentar.

Hay bastante semejanza entre la novela que se narra con la realidad que vivió el autor junto a su amante, excepto en el desenlace. Del final real, las fuentes dicen que Dumas hijo cortó su relación con Marie Duplessis por miedo a contraer la tuberculosis que padecía la joven dama. En la ficción, elige un final en el que Armand queda justificado.

Marguerite es una cortesana de alto standing. Su vida anterior la ha llevado hasta París, y la forma más fácil para sobrevivir era ser la amante de algún poderoso caballero.

Su belleza la llevó a los más altos niveles, siendo la cortesana más cotizada de la ciudad. No todos los hombres podían acceder a ella, pero los que la veían deseaban, al menos, ser presentados y besar su mano. Alguna que otra gran fortuna cayó por el nivel de gastos que la dama ocasionaba al año.

La novela está contada por dos narradores en tiempo presente. Marguerite ha fallecido y todos sus bienes van a ser subastados para pagar las deudas que había contraído.

Uno de ellos es Armand Duval, el enamorado de Marguerite. El otro es el narrador editor, del que no conocemos su nombre, pero se verá en la obligación moral de contar la historia de ellos tal y como se la cuenta Armand.

Dicho evento propiciará que ambos personajes entren en contacto. Hay un objeto en la subasta que genera el interés de uno, mientras que para el otro tiene un significado sentimental.

El amor de Armand hacia Marguerite, es irresistible, exigente, romántico, caprichoso y, porque no, obsesivo. He tenido la impresión de que Armand, en cierto modo, se enamora de su belleza y de la atracción que sobre él ejerce.

El amor de Marguerite hacia Armand ocurre con un simple gesto que ella aprecia en él. Su amor también es verdadero y lo demostrará al final.

«La dama de las camelias» refleja el condicionamiento social de la época, con sus prejuicios y contradicciones.

Abnegación es la palabra clave en esta historia de amor. Las imposiciones de los propios amantes se convierten en impedimento.

Fueron libres para elegir amarse pese a los obstáculos de su época y las indisposiciones familiares. El amor pasional de él y una solución más pragmática por parte de ella, no por eso menos enamorada, da como resultado una historia de amor en la que, aunque los resultados no sean los esperados, nos enseña hasta donde es capaz de llevarnos el amor. Porque no siempre tiene que haber un final feliz,

 

CITAS:

-... pertenezco a esa clase de personas que creen que lo grande está en lo pequeño. Pequeño es el niño, y contiene al hombre; el cerebro es estrecho, y alberga el pensamiento; el ojo es un sólo punto, y abarca leguas.

 -¡Cuántos rodeos y  cuántos razonamientos no arguye el corazón para alcanzar lo que desea!

-Marguerite abrigaba todavía orgullo e independencia: dos sentimientos que, heridos, son capaces de obrar como obra el pudor.

-A veces, las mujeres toleran que traicionen su amor, nunca que hieran su amor propio; y siempre se hiere el amor propio de una mujer cuando, al cabo de dos días de iniciar relaciones amorosas con un amante, este la abandona, sean cuales fueran las razones que se esgrimen para tal ruptura.

-Cuando la existencia ha contraído un hábito, como el de aquel amor, parece imposible que dicho hábito pueda cortarse sin romper al mismo tiempo todos los demás resortes de la vida.




FORTUNATA Y JACINTA

 AUTOR: Benito Pérez Galdós

EDITORIAL: Reino de Cordelia

PUBLICACIÓN: 13/01/2020

 

Fortunata y Jacinta es una novela extensa que se devora con rapidez y soltura.

En ella se retrata el amor, alguno más tremendo que otro; la sociedad de la época y los conflictos en los que se ven envueltos todos los personajes que participan en ella.

Con Fortunata y con Jacinta, se muestran las dos caras de la sociedad madrileña, la pobreza y la riqueza, respectivamente. Dos mujeres que nada tienen en común, salvo el hombre al que aman. Y como en la vida no se puede tener todo, Jacinta carece de algo que tiene Fortunata.

Durante la soltería de Juanito Santa Cruz, con futura esposa en proyecto por decisiones familiares, conoce a Fortunata. Esta será una aventura pasajera para él que dejará huella en la joven.

Una vez casado Juanito con Jacinta, esta no deja de instigar a su marido para que le cuente su pasado. Satisfecha dicha inquietud, la esposa pasa a convertirse en un personaje plano. Solo vuelve a destacar cuando descubre su desgracia y trata de ponerle remedio.

La «pobre» Fortunata, no solo de palabra y dada su situación, se dejará influenciar por los que saben más que ella.  La casarán con Maximiliano, no sin antes someterla a una «cura» en un convento apto para enderezar a las descarriadas como ella.

Es un personaje fuerte y con carácter. Puede que sacara algo positivo de ese retiro espiritual, pero sus sentimientos en el amor se mantuvieron intactos.

Estas dos mujeres son el hilo conductor de la novela. Sobre ellas, se van tejiendo las vidas de los demás personajes, con gran trasiego y poca tregua, con un narrador omnisciente que narra la idiosincrasia de cada uno de ellos.

Las más dominantes, las que lo gobiernan todo y a todos, son Guillermina y doña Lupe. ¡Ojo a estas dos! No hay quien pueda con ellas.

El trasfondo político, en segundo plano, revela los diferentes estados de gobierno que se dieron en la época. Es algo que Galdós no podía evitar reflejar en sus novelas.

Madrid es la ciudad por excelencia que el autor utiliza como escenario. Plazas y calles son protagonistas, como los de los cafés de la época, en los que tenían lugar las tertulias literarias y de otras índoles. 

La religión es otro tema presente. Todos los personajes son creyentes, los de buena y mala vida; unos practican más que otros. Galdós trata este tema con ironía y critica, en especial, a los que la representan.

No es del género dramático, solo al final se deja ver. ¿Es un final razonable tal y como se presenta la situación en el momento de dar concluida la novela? Seguro que se podrían haber planteado otras, pero esta es la que se escribió.

Es una obra para disfrutar con los diálogos de los personajes, las comparaciones que hace de ellos don Benito con personajes históricos, los apodos que les asigna según el aspecto físico haciendo una caricatura de ellos. 

Con una prosa que es para deleitarse, nos enfrentamos a una trama muy revuelta; dicho en el sentido de los numerosos personajes y acontecimientos que tienen lugar. Pero no hay que alarmarse, todo transcurre de forma ininterrumpida. Los capítulos tienen continuidad. El lector no se confunde porque todo está descrito de manera impecable.

Son historias de la vida, y contadas por don Benito suenan mucho mejor. Predomina el buen humor y una palabrería que se podría decir típica de la época. Sin embargo, después de haber leído otras obras de este maestro creo que son más de su cosecha.

Lectura muy recomendada.

 

CITAS:

—Aquella gran mujer, heroína y mártir del deber, autora de diecisiete españoles, se embriagó de felicidad solo con el olor de ella, y sucumbió a su primera embriaguez. (95)

—Pero aunque non sepa apreciar bien la sucesión de los días, el amor aspira a dominar en el tiempo como en todo, y cuando se siente victorioso en lo presente, anhela hacerse dueño de lo pasado, indagando los sucesos para ver si le son favorables, ya que no puede destruirlos y hacerlos mentira.

—«No se premite tender rropa, ni clavar clabos», decía en una pared y don José exclamó:

—¡Vaya una barbaridad!...¡Ignorantes!...¡Emplear dos conjunciones copulativas! Pero pedazos de animales, ¿no veis que la primera, naturalmente, junta las voces o cláusulas en concepto afirmativo y la segunda en concepto negativo?...Y que no tenga qué comer un hombre que podría enseñar la Gramática a todo Madrid y corregir estos delitos del lenguaje!...

—Bien decía doña Lupe que, así como el primogénito se llevaba todos los talentos de la familia, Nicolás se había adjudicado todos los pelos de ella. Se afeitaba hoy, y mañana tenía toda la cara negra. Recién afeitado, sus mandíbulas eran de color pizarra. El vello le crecía en las manos y brazos como la yerba en un fértil campo, y por la oreja y narices le asomaban espesos mechones. Diríase que eran las ideas, que cansadas de la oscuridad del cerebro se asomaban por los balcones de la nariz y de las orejas a ver lo que pasaba en el mundo.

—Es que de tanto pensar me ha entrado talento, como a Maximiliano le entró de tanto quererme, y ese talento es el que me dice que me debo casar, que seré tonta de remate si no me caso.

—La mujer soltera es una esclava; no puede ni menearse. La que tiene un peine de marido tiene bula para todo.

—«La moral política es como una capa con tantos remiendos que no se sabe ya cuál es el paño primitivo».

—Ya está en pie la rata eclesiástica. Ahora se va a escuchar siete misas lo menos... y a tratar de tú a la Santísima Trinidad. ¡Pobrecilla qué sacará de todo eso!

—...la continuidad de los sufrimientos había destruido en Jacinta la estimación a su marido, y la ruina de la estimación arrastró consigo parte del amor, hallándose por fin este reducido a tan míseras proporciones que casi no se le echaba de ver.




DUELOS Y QUEBRANTOS

 AUTORA: Ana Girón

PUBLICACIÓN: 2022

EDITORIAL: Autopublicado


Agradezco a Ana Girón la oportunidad que me ha dado de leer esta novela.

Su narrativa es pulcra y con gran destreza en el vocabulario.

La prosa transmite seguridad y contundencia.

El título del libro me trajo a la mente a don Quijote, obra que está presente la novela.

Prueba de ello, es el diálogo que mantienen Paca y Manuel sobre la mencionada obra. Ambos se ensalzarán en una discusión en defensa del Quijote, por parte de Paca, cuyo razonamiento categórico surtirá efecto en Manuel. La escena es buena, con un toque de humor.

El sentido para los duelos y los quebrantos en la novela se va viendo a medida que avanza esta. Todos los personajes sufren de los unos y de los otros: —las adversidades, dificultades, sufrimientos y desgracias a las que han de enfrentarse.

Para unos supondrán un reto que los hará crecer y, para otros, aunque lo intenten, las desavenencias los conducirán a obtener lo que merecían.

Discernir si hay buenos y malos entre los personajes sería complicado. Es una cuestión moral sobre la que cada lector debe opinar.

Yo he sentido que la crueldad, el deseo de venganza y carecer de escrúpulos con respecto a los demás, se palpan en algunos personajes. Llegué a pensar que sus actuaciones eran el resultado de las dificultades a las que tiene que enfrentarse, luego me convencí de que algunos de estos ya nacieron con esa condición.

Haciendo alusión a la receta de «duelos y quebrantos», la autora ha guisado una novela con unos ingredientes difíciles de digerir, pero al catarla me ha parecido de un gusto exquisito.

Transcurre a saltos entre la realidad de la Clínica, gobernada ahora por Elisa, con los recuerdos de la Guerra Civil española vividos a través del Director y de Paca, siendo esta la precursora de su sobrina en la clínica.

No hay un prólogo o introducción que anticipe algo. En el comienzo de la lectura me sentí un poco confundida con la situación al no saber qué estaba pasando. A veces la impaciencia me la juega. Tal vez la fuerza con que la autora expone el punto de partida de la novela me cogió desprevenida.

No hay que pensar mal, porque todo se sabe en el momento justo. La narración de la historia nos va llevando al lugar que corresponde, al mismo tiempo que sorprende con situaciones inesperadas.

La trama principal es la adopción ilegal de bebés que se lleva a cabo en la clínica cuando la dirigía Paca, y un problema al que se enfrenta Elisa que no lo ve con buenos ojos. Es una cuestión moral que lleva a reflexionar y que la autora trata sutilmente. 

La más destacable es Elisa. Sus duelos y quebrantos son los más desmesurados, pero consigue vencerlos para después resurgir. Es el mejor personaje.

Para concluir, diré, que es una novela que me ha causado gran expectación. La autora con su prosa aporta motivo suficiente para disfrutar de la lectura. El placer de la lectura con «Duelos y Quebrantos» está garantizado

 

CITAS:

—El Director salió derrotado de casa de la Duquesa. Llevaba sobre su espalda la carga de Prometeo, revivida durante todos los días de los años que podía recordar. El rechazo continuado con el que se aísla a una persona no desaparece: empasta en un magma grumoso de desaliento, que, al final, desborda para arrasar. Hastiado por ser incapaz de digerir su vida tal y como era, decidió ponerle fin.

—La guerra reserva un efecto catalizador a todo lo que impregna. Los días transcurren apresurados y la muerte se anticipa. Los niños dejan de serlo, y los hombres, también.

—A veces lo sorprendía el recuerdo del final de la guerra cuando las nubes negras de su destino más lo acechaban. Si Hobbes señaló en el Leviatán que «la información es poder», el Director podría reafirmarlo argumentando que la falta de conocimiento había dejado a todos sin autoridad sobre su persona. Esa carencia permitió el camuflaje del otrora soldado entre los supervivientes de aquellos a los que arrasó, eso sí, siempre con el temor a ser descubierto. Como con cualquier falta, en el pecado también se carga con la penitencia. 

—Han sido muy pocos los que han reconocido haber hecho la guerra en el otro bando, uno de ellos ha sido ese al que tú has consagrado. Tantos hombres contando la misma historia… No es creíble; por eso los matan. Nadie cree que un ejército de inocentes haya podido mantener la guerra durante todo este tiempo. Y eso vale tanto para los que dicen haber ganado como para los que no —respiró apesadumbrada.

—Se llega a la indiferencia practicando la indiferencia.

—No sabría distinguirle, entre los muertos que dejé, quiénes eran de los míos y quiénes los otros, porque aquello era un enjambre sin Dios. Una locura. Lo único que recuerdo con nitidez es el miedo.

—Todos los golpes de la vida se pueden tratar o desatender. Tú decides cómo obrar con las heridas del cuerpo y también con las del alma. El tiempo, por sí solo, ni cura ni mata.

—Elegir por los demás atendiendo a indicios en principio desfavorables nunca ofrece garantías. Por poco que uno tenga, lo que todos queremos es decidir por nosotros mismos. No hay nada más bonito que disponer de esa soberanía. Eso es lo primero que se pierde cuando quien sea impone a otro una creencia o proceder.

— ¿Sabes? No fue por el asalto y luego el cambio político.  Y tampoco por el exilio de los que tuvieron que irse. Si la guerra cambió la vida de tanta gente, fue por estas atrocidades.

-Tocó fondo, si bien, su particular bajada a los infiernos le ofrecía una envidiable óptica desde donde, por fin, descubrir la dimensión real de los elementos que la rodeaban.

-No somos como nos compartamos en un momento determinado. Lo que nos define es la regularidad en nuestra manera de proceder.

 -Lo que a Manuel le indicaba ahora su lucidez era que todos podrían ser sus verdugos y, por anticipación, cualquiera corría el riesgo de convertirse en su víctima.