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EL ALEPH

 AUTOR: Jorge Luis Borges

PUBLICACIÓN: 1998

EDITORIAL: Alianza

 

Decidí enfocar esta reseña buscando qué tienen en común estos cuentos, lo que pueden significar o intentar interpretar lo que el autor nos quiere decir. En cualquier caso, no ha sido una lectura fácil.

El estilo narrativo me ha resultado complicado y no he logrado adentrarme en todos los mundos que Borges crea en El Aleph. Unos me han resultado más comprensibles que otros, pero la impresión general es que en cada relato me ha ocurrido lo mismo, empezaba bien y mientras avanzaba no sé en qué momento me perdía.

Me he sentido abrumada, y atrapada, en unos cuentos abiertos a la reflexión y a abordar temas absurdos, pero realistas.  

Es un libro breve, pero intenso que no se debe tomar a la ligera. Me he enfrentado a unos personajes que encuentran o buscan situaciones complicadas, por no decir imposibles de realizar.

Entre mitología, espiritualidad, simbolismos, la idea del infinito, tiempo, inmortalidad, muerte, Borges se interpreta a sí mismo expresando sus pensamientos en estos relatos.

Lo hace de distintas maneras: Como un hombre obsesionado con la literatura donde crea un enfrentamiento entre sí mimo y el personaje de Carlos Argentino; como un escéptico en Los Teólogos quedándome con la impresión de que, aunque desmonta la existencia de Dios, mantiene cierta atracción hacia lo inexplicable; como un nostálgico recordando a Buenos Aires; como un obsesivo con el Zahir, donde refleja lo que puede suponer para el ser humano cuando una idea le obsesiona y olvida lo demás.

Del cuento El Aleph, me quedo con la idea de Borges, cuando afirma que querer comprenderlo todo es imposible porque nuestra perspectiva es limitada e influida por el olvido. Otra idea que me ha parecido buena es al final, cuando habla de Beatriz y plantea que «la felicidad es el olvido»

No sé si los escribió como otra forma de ver el mundo; tal vez la etapa que atravesaba le llevo a crear un mundo de fantasía, pero si algo he encontrado en estos relatos es un aprendizaje. Es el caso de El Inmortal, al que yo le he aplicado el refrán de «La curiosidad mata al hombre»; creo que no hace falta decir más.

«Sin embargo, algo recogeré», es la frase del final del cuento que me aplico para terminar esta reseña. Lo hago con una actitud positiva, porque sé que, ante tanta perplejidad, he aprendido un poco y he conseguido darme cuenta de lo bonitos que pueden resultar estos cuentos si se han comprendido bien.

 

CITAS:

Ser inmortal es baladí; menos el hombre, todas las criaturas lo son, pues ignoran la muerte; lo divino, lo terrible, lo incomprensible, es saberse inmortal.

—El inusitado dolor me pareció muy vivo. Incrédulo, silencioso y feliz, contemplé la preciosa formación de una lenta gota de sangre. De nuevo soy mortal, me repetí, de nuevo me parezco a todos los hombres.

— Oscuramente creyó intuir que el pasado es la sustancia que el tiempo está hecho; por ello es que éste se vuelve pasado en seguida.

Nuestra mente es porosa para el olvido; yo mismo estoy falseando y perdiendo, bajo la trágica erosión de los años, los rasgos de Beatriz.